Iluminaciones
Libros / Alan Moore

Iluminaciones

8 / 10
José Martínez Ros — 24-04-2023
Empresa — Nocturna Ediciones

Hace ya algunos años que Alan Moore se pasó definitivamente a la prosa y, mal que nos pese a sus admiradores, probablemente las últimas entregas de “La Liga de los caballeros extraordinarios” y “Providence”, su maravillosa aproximación a los mitos de Lovecraft, representaron el canto del cisne de un autor que marcó un antes y después en el noveno arte. Después de su monumental novela “Jerusalén”, nos ha llegado, a través de ediciones Nocturna, “Iluminaciones”, un volumen también contundente, cuyas seiscientas páginas se reparten entre una serie de relatos y una novela. Lo cual tiene su punto extraño, porque uno imaginaría que su editor habría preferido publicar ambas obras por separado… Pero, probablemente, en el cerebro de Moore, ambas partes comparten un orden o una unidad secreta, indiscernible para el resto de los mortales, que hace necesario que vayan juntas. Desde luego, sería muy aventurado tratar de adivinar cuáles eran con exactitud las intenciones de una mente tan poderosa.

Los relatos están escritos a lo largo de un periodo de varias décadas. El más antiguo, “El lagarto hipotético” se publicó originalmente en 1987, y tiene la extensión de una novela corta. Transcurre en un universo fantástico, donde se encuentra un prostíbulo llamado La casa sin relojes, y se nos cuenta una historia de amor y venganza/castigo desde la perspectiva de una de las pupilas del establecimiento, que ha sido mutilada de una forma que resiste cualquier descripción apresurada para que pueda atender a la más selecta de las clientelas: los magos. Se trata de una narración de alta fantasía, muy sugerente, exuberantemente imaginativa y sutil en su (impactante) perversidad, en la línea de uno de los maestros de Moore, Michael Moorcock, y que también podría haber sido firmado por uno de sus obvios discípulos Neil Gaiman. Después nos encontramos con algunos cuentos menores –en extensión y ambiciones– como “Ni siquiera una leyenda”, sobre una sociedad de investigación paranormal que en una de sus reuniones tiene un invitado fuera de lo común; “Lectura en frío”, un típico cuento de fantasmas muy británico, protagonizada un farsante que ejerce como médium y que, por primera vez, se ve ante algo realmente sobrenatural; “La improbable complejidad del estado de alta energía”, en el que parece homenajear al Italo Calvino de las “Cosmicómicas”; o “Luz americana, una valoración”, en la que en esta ocasión juega a ser el Nabokov de “Pálido fuego”, y inventa un largo poema beatnik al estilo de “Aullido” de Ginsberg, acompañado de un profuso aparato de notas eruditas. Las dos joyas del conjunto son la muy cachonda fantasía apocalíptica “Ubicación, ubicación, ubicación” y, sobre todo, el cuento que da título al volumen, “Iluminaciones”, un melancólico reencuentro de un hombre de mediana edad con su pasado que tal vez se inspira en uno de los mejores cuentos fantásticos jamás escritos, como ya señaló Borges: “La responsabilidad empieza en los sueños” de Delmore Schwartz.

Pero, sin duda, lo que volverá este libro en un pequeño –y discutido- clásico será la novela “Lo que podemos saber de Hombre Trueno”. Los cómics de Moore siempre han sido deudores de los grandes artífices de la literatura posmoderna contemporánea, como Pynchon –al que homenajeaba directamente en “V de Vendetta”–, o los ya citados Borges o Calvino. En este caso, se introduce en su terreno, con una crónica delirante y vitriólica de la era de los superhéroes, que también funciona como un roman à clef, puesto que aparecen los dos gigantes del medio, Marvel y DC, con otros nombres, así como una multitud de personajes en donde es posible reconocer a los principales ejecutivos y creadores de su historia. La imagen que ofrece de estos dos gigantes corporativos no es nada halagüeña: en ambos casos, aunque de manera distintas, son presentados como dos maquinarias capitalistas malvadas hasta extremos surrealistas, y sus personajes son una pléyade inmunda de pringados inadaptados, viciosos enfermos, tarados miserables o cretinos sin remedio. Stan Lee, Jim Shooter o Dan Didio, como muchos otros personajes que han contribuido a que, para bien o para mal, los superhéroes hayan conquistado la imaginación del planeta, son masacrados literariamente por Moore en una serie de escenas tremendamente grotescas y escatológicas y… muy divertidas. Hay muy pocas excepciones que se salven de la quema (las versiones de Moore de Steve Ditko, Jack Kirby y Archie Goodwin, a los que trata con muchísimo respeto).

He de decir que me parece un tanto exagerado considerar al cómic de superhéroes, y todo lo que le rodea –convenciones, películas, fans–, como la mayor maldición y el peor veneno cultural que existe sobre la faz de la tierra, pero eso no le quita ni un ápice de interés a “Lo que podemos saber de Hombre Trueno”. Es una novela brillante, y mucho más legible que las aparatosas “La voz de fuego” o “Jerusalén”. La mayor salvedad es que Moore ha escrito la hoguera de la vanidades definitiva del cómic de superhéroes… de una manera que sólo podrá ser apreciada en su justa medida por otros lectores expertos de cómics de superhéroes.

 

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