Con su debut en 2011, Erika M. Anderson, se ganó el título de fustigadora profesional. Entre latigazos consiguió hacerse con un álbum honesto, duro y aplaudido por la crítica. A su vez, sufrió una tremenda sobreexposición virtual, y esto le llevó a recibir más de un duro golpe por parte de su público. Pues bien, con “The Future’s Void” llegan las secuelas. Anderson busca reflexionar sobre lo ocurrido, analiza las redes, y no lo podía hacer de una forma mejor que a través de esas crudas letras que no dejan a nadie indiferente. Con un regreso más melódico que su predecesor. Anderson indaga en la electrónica más creepy (“Cthulu"), la mezcla con su lado popero (“Satellites”), se toma algún que otro respiro (“When She Comes”) y te lleva al fin del mundo a ritmo de post-rock (“Neuromancer”). El ruido sigue estando ahí, su carismática agresividad se descuelga en algunas ocasiones, pero siempre vuelve a aparecer. El cyberpunk y la ciencia ficción le han dado muy buenas ideas, y con este álbum pretende cortar algún que otro cable suelto.
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