La evolución de bandas tan inclasificables como The Locust, The Flying Luttenbachers o XBXRX ni siempre es fructuosa, ni muchas veces se hace lo suficientemente perceptible dados los parámetros invariables de su catecismo.
Ahora bien, en el caso que ahora mismo tratamos, tras las demostraciones de caos y velocidad de “Gop Ist Minee” (5RC, 00) y algunos siete pulgadas, la pequeña vuelta de tuerca de su segundo álbum viene por abrir en determinados momentos su música a un entorno más rockero (como si de una versión hiperacelerada de Slade se tratase) a la par que algo más obsesiva en su tratamiento. Esa dicotomía les permite no perder la perspectiva esquizoide y espasmódica del post-hardcore, además de mantener el impacto frontal que supone enfrentarse cara a cara con sus brevísimos temas (aquí algo más extensos de lo habitual), pero no evita que acaben sonando irregulares. Y eso es algo que deberán corregir de ahora en adelante.
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