Samantha Hudson ha ido soltando, a lo largo de los últimos años, críticas directas al sistema de una forma juguetona con apariencia de macro fiesta, sin hora de cierre, en la que se baila de la mano de la ironía y la sátira. Ha sabido utilizar el humor y la “controversia” para generar desconcierto en el oyente y crear ciertos ambientes incómodos que ayudan a abrir los ojos, provocar y conseguir así iniciar debates de visibilidad y lucha por los derechos de colectivos a los que no paran de apretar las cadenas cada vez más.
Ahora con “Música para muñecas” (Subterfuge Records, 2025) parece ser que nos encontramos con una nueva Samantha que, sin abandonar su esencia, se ha colocado en una posición mucho más cerebral a la hora de tomar decisiones creativas. De esta forma, Samantha ha generado un nuevo álbum como una especie de diario emocional en el que plasmar una de las etapas más importantes de su vida, pero sin dejar de pasárselo bien. “Música para muñecas” es su creación más vulnerable a la hora de reflejar su identidad y representar a la Samantha del presente. Un proyecto que presenta a una figura que lucha por la libertad y la destrucción de comportamientos impuestos por la mirada de la mayoría sociopolítica. Pero, también te saca de fiesta hasta las mil para que luego te comas una resaca trascendental de esas que te invitan a romper con todo.
“El concepto de sexo biológico es un veneno que me mata por dentro”, lanza en “Disforia” defendiendo la poesía como refugio y la necesidad que ha sentido con este álbum de ser un poco más ambiciosa en las letras. Apoyándose de nuevo en el clubbing, con alma ravera y respirando del hard-techno. “Música para muñecas” expone a una Samantha Hudson confusa, revolucionada, con un tremendo síndrome de la impostora y ahogada por un presente en el que piensa que no está a la altura. Envuelta por una energía que empuja la ansiedad que genera la velocidad de la industria a día de hoy. Una de las grandes celebraciones del disco son las colaboraciones en este de figuras como Zahara, Villano Antillano o La Zowi. Que, sin dudarlo, se han entregado al universo de Samantha y se han convertido en voces de apoyo a su discurso. Voces verdaderamente necesarias que la cogen con fuerza para tirar todas juntas hacia adelante en un momento terrible a nivel global de censura y ataque a los derechos trans en los últimos meses.
Samantha Hudson ha encontrado en “Música para muñecas” una plataforma de descarga y apoyo. “Creo estar segura de que soy feliz”, lanza así en “No sé quién soy” meditando sobre su transformación artística y personal en los últimos años. Y es que, sin miedo a la exposición la artista ha dado vida, dentro de un presente convulso, a la que se podría citar como una pieza fundamental en su trayectoria. Y lo ha hecho defendiendo sin filtro su visión creativa, su mirada subversiva que tantas veces hace falta. Pero, también parándose por primera vez a pensar en ella misma, sus propios conflictos, miedos e inseguridades. Llevándonos a un cierre de disco de la forma más reflexiva posible con el que trata de perdonar el pasado para tratar de vivir el presente en paz.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.