Next Town’s Trees
Discos / Jesse Blake Rundle

Next Town’s Trees

7 / 10
Fran González — 20-03-2023
Empresa — Autoeditado
Género — Indie folk

No conocer a estas alturas a Jesse Blake Rundle tiene perdón; pero no poner remedio a ello, dejándote seducir por las cálidas melodias de su segundo larga duración, “Next Town’s Trees” (2023), no admite evasivas ni excusas posibles. Este artista afincado en Idaho se ha ganado a pulso,a través de los mismos méritos de un artesano casero y autodidacta, el unánime reconocimiento por la crítica estadounidense, permitiendo con ello que tras la buena acogida de su debut, “Radishes and Flowers” (2020), su artífice se vea con el tesón y la determinación necesarias para continuar su andadura desde la confesión y el aperturismo emocional.

Esta observación no es baladí, si consideramos ese carácter de espectador externo que se apreciaba en su primer LP, donde el entorno inmediato es el protagonista principal de sus cortes y tan solo en muy puntuales ocasiones le vemos dirigiendo la mirada hacia su interior. Ahora, en cambio, Blake Rundle penetra en su propio ser con esa llamativa óptica cristalina, llegando a nuestra psique a través de la suya, para poco después atusarse ese espeso y anaranjado bigote suyo y mecernos durante ocho pistas con la delicadeza y el aprecio de un compañero de viaje.

Con el embriagador encanto de un rapsoda rústico y tierno, el norteamericano dibuja las sinuosas líneas de un álbum que fluye con la urgencia de un río, nos arropa con el candor de una hoguera, y nos cautiva con el silencio meditabundo de un bosque. El abc de primero de indie-folk que, no por manido, dejará de sanar menos nuestras almas y alejarnos, aunque sea por media hora, de los males modernos y del ruido ajeno. Pero no nos dejemos llevar por la suavidad y la apacibilidad que generan sus piezas, pues detrás de ese uso de convencionalismos tradicionales y folkloristas también se esconden capas de pura complejidad, donde el amor y la pérdida son los protagonistas totales del relato (“Hand In Hand”), y hasta demuestra el arrojo de presentarnos una narrativa personal con la que no duda en exorcizar sus demonios más íntimos y compartir con el oyente esos pesares propios de quien se halla inmerso en una etapa de cambio y búsqueda de equilibrio (“Stones”).

Las letras, sin embargo, pasan a un segundo plano cuando se trata de valorar el buen trabajo en la producción que el mismo Blake Rundle hace, donde con un “yo me lo guiso, yo me lo como” de manual, se nos ofrece la oportunidad de verle coqueteando con cajas de ritmo y ciertos arreglos de electrónica que amplían las atmósferas de su discurso (“Next Town’s Trees”) o tirando la casa por la ventana en lo que a instrumentaciones añadidas se refiere, sumando sobrecogedoras secciones de viento que llevan su trabajo a otro nivel (“I Want You To Know”, “Yes, I’m Angry”). Un combo de sabores que sacarán a flote los mejores jugos de algunos de sus contemporáneos como Beirut, Fleet Foxes o Andrew Bird, y que darán como fin último un trabajo que bien podría ser un perfecto compañero de expediciones, reflexiones o ensimismamientos varios.

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