Patrones de Fuerza

Fiel a su cita bianual, Pablo Maronda y Marc Greenwood (La Habitación Roja) están de vuelta con un cuarto álbum que reafirma – si es que aún hacía falta – su consumada pericia para el pop de altos vuelos, preciosista y dotado de un fulgor melódico que tiene poco parangón en la escena estatal. Melodías incandescentes y textos inteligentemente afilados, que ganan corporeidad conforme se acercan al abismo de los cuarenta. Es cierto que aquí destensan el cableado eléctrico de otras entregas en beneficio de los teclados, y que el contexto sociopolítico ya no transpira a través de aquella somatización que tan bien lucía antaño, pero ninguna de las propiedades lumínicas de su propuesta se ha perdido por el camino. Ni mucho menos.

Con el soporte habitual de apoyo de Alfonso Luna a la batería y Paco Beneyto al bajo, sumado a la colaboración de Manu Ferrón (Grupo de Expertos Solynieve) y de Marina Gómez (Klaus & Kinski) en un par de temas (“Alexanderplatz” y “La Gota Malaya”, respectivamente), este "Patrones de Fuerza" brinda un argumentario sin fisura alguna, realzado por – al menos – un par de gemas pop que sumar a la retahíla que lleva ya acumulada Maronda en estos seis años de trayecto (como “Nerfetiti”, “Volverás” o “Cambiada”), de esas que dejan al oyente noqueado desde el minuto uno.

En esa categoría se pueden inscribir sin trauma alguno “Diez Siglos Bastó con Bizancio”, con su estribillo tallado al molde de los clásicos instantáneos, o el contagioso tema titular, arrebato rítmico con proyección a la pista de baile, que podría encajarse como algo así como su “Dame una pista” (Tachenko) particular. Súmenle el cuidado aspecto visual de su portada, concebida para su disfrute en vinilo, y obtendrán una nueva delicia que sumar a un catálogo impecable hasta la fecha, por muy alejado que esté del primer ancho del vía (circuito de grandes festivales y demás) por el que discurre el adocenado indie estatal.