13th Month
Discos / Kelman Duran

13th Month

8 / 10
Pablo N. Tocino — 14-01-2019
Empresa — Apocalipsis
Género — Reggaetón

“Pero es que el reggaetón se te mete por los intestinos”, cantaba René Pérez hace ya ¡quince! años. Ahora que el reggaetón ha conseguido la aceptación de medios “serios”, se ha revalorizado su antes denostada sexualidad, alabando el carácter visceral de sus letras y de la intensidad latina. Kelman Duran ha defendido siempre el poder liberador de esta música, y no le hace falta una think piece para transmitírnoslo: escuchando “13th Month” (publicado por Apocalipsis, sello de la Dj Riobamba) queda bastante claro. El dominicano entrega un segundo álbum mucho más introspectivo, que comienza con dos canciones de más de diez minutos cada una, algo coherente con sus declaraciones: quiere conseguir que la gente preste más atención a las letras del reggaetón que al ritmo. De este modo, consigue algo a priori tan impensable como que “Calentura” de Yandel exude por todos sus poros soledad y búsqueda de afecto (en “Club 664B”), o que hits de Daddy Yankee o Ivy Queen adquieran un tono emo, o incluso que nos preguntemos por primera vez cómo sería la banda sonora de una distopía cyberpunk si ésta fuese de reggaetón (“Funera-al” o “13th Month In 3 Movements”).

Y es que el “Shaking my ass is the only thing that's got this black narcissist off my back” que Lana del Rey canta en su último tema es un poco lo que consigue aquí el autor de “1808 Kids”, construyendo ese ambiente de decadencia y oscuridad mezclada con nostalgia presente en los mejores temas de Yung Beef y Pedro LaDroga, recordando también a las atmósferas de SOPHIE (especialmente “Whole New World/Pretend World”). A la mezcla de hip-hop noventero, reggaetón y electrónica que ya existía en su debut se le añaden gqom y distintos sonidos tribales, psicodelia, guiños a Tupac y Biggie Smalls, y distintas influencias que van desde DJ Florentino o The KLF hasta Burial e incluso la Björk más ambient... y, por si fuera poco, samples de contenido político. 

Porque para Duran, que homenajea a la tribu lakota (víctima de la Masacre de Wounded Knee) dándole protagonismo tanto en “Gravity Waves II” como en el propio título de este disco, la música es “una forma de conectar con gente, en lugar de escribir ensayos o repartir eslóganes políticos en la calle”. No conforme con el poder liberador del reggaeton del que hablábamos, Kelman Duran quiere demostrar que se puede reivindicar y a la vez perrear. Y ciertamente tiene razón.

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