Sin saber muy bien cómo ni por qué, Katarsi ha hecho aparición en la escena local desde la más absoluta de las nadas. Con la excusa del Bandcamp Friday y el apoyo de sospechosos habituales de la autogestión como son Discos Enfermos y Flexidiscos, “Katarsi” veía la luz sin más contexto que un par de párrafos a modo de escueta hoja de prensa.
Al parecer, estamos ante un proyecto en solitario que se ubica geográficamente en los márgenes de un Bilbao líricamente gris, pero cuyo mensaje resulta luminoso al mismo tiempo, transmitido sobre unas melodías que recuerdan mucho (quizá demasiado, para cuando estas líneas se publiquen, ya se sabe que el rostro que se esconde tras un ramillete de flores en el artwork es el de Kepa, batería del trío) a los igualmente bilbaínos Mármol, también a través de unas letras que rezuman sentimientos y autocrítica con afán de superación desde ese prisma de negatividad en la que tanto nos gusta regodearnos a quienes disfrutamos del emo o el post-punk más tristón.
El disco comienza su corto recorrido de apenas 20 minutos con “Alienazioaren Seme-Alabak”, y ya desde el propio título podemos comprobar la decepción con el presente estado de las cosas (“se agotaron las oportunidades para cambiar las condiciones (...) hemos vomitado una y otra vez sobre lo que más amábamos”) pero también la urgencia por revertir la situación desde una primera línea en la que hace años que el bilbotarra milita con la música como principal caballo de batalla (“la misma vanguardia se quitó la vida y la dejamos al servicio del mercado, y a partir de ahora, ¿qué?”).
Musicalmente, vendría a sonar como un híbrido del post-punk que desarrolla en sus dos bandas madre, con ese carácter que le imprime a la voz en Gurs y esas declaraciones totales de guerra que suele ejecutar a los parches sintetizadas en melodía y beats. Los sellos citan a toda la escudería de Dirtnap Records como influencia, y es cierto que el synth-punk Y2K de temas como “Final” puede recordar The Epoxies o Radioactivity, pero la crudeza de “Ez zaude lagun” bebe también del Oi! afrancesado de combos como Syndrome 81, y los sintetizadores de “Kamarada” o “A golpe de maza” no sólo se alimentan de punk, si no también de new wave y power pop british. Mejor cuanto más orgánicas suenan las baterías programadas, como por ejemplo en “Cruel”, también resulta más estimulante en canciones que incorporan riffs de guitarra, como en la final “Hil eta gero bizi”, que comienza como un corte de Tatxers para mutar en una suerte de Arrotzak meets Devo, y terminar puño en alto rozando el skinhead hardcore.
Cabe subrayar también el trabajo de Ander Uribarri (Uger), cuya labor de mezcla y mastering dota de una cohesión encomiable un debut unipersonal del que brotan tantos elementos y tan heterogéneos, y quien desde su fortaleza en el Txarraska Gaztetxea de Basauri, se viene ganando la confianza del underground local en materia de grabación y producción, en una muestra más de la filosofía autogestionaria que rodea a todas las partes implicadas.
En definitiva, un disco muy destacable y con mucho potencial, coreable y pegadizo como el rosa chicle de una portada diseño del propio artista, montada y serigrafiada a mano como mandan los cánones DIY. No hay nada que podamos cambiar, entreguémonos a la catarsis.
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