Los mejores días ya han pasado
Discos / Juan Azul

Los mejores días ya han pasado

7 / 10
Fran González — 23-01-2023
Empresa — Everlasting Records
Género — Pop

Lograr que tu música suene de forma incomparable y dar con un sonido que transgreda y huya de socorridas comparaciones se antoja como la tarea, a priori, más ardua a la que cualquier artista pueda enfrentarse. Si a este propósito, casual o intencionado, le sumas el hecho de que ésta sea tu primera andanza en solitario, el mérito de Juan Fernández-Savater al frente de su proyecto como Juan Azul se eleva a una inusitada potencia de mérito y crédito, pues lo primero que pensamos al escuchar su pertinente debut, titulado “Los mejores días ya han pasado”, es que este artista madrileño ha logrado desbancarse de todo referente empleado y de su particular periplo pretérito como miembro de Párpados, dando como consecuencia de ello un sonido más maduro, depurado y sobrecargado hasta el horror vacui.

La densidad de ese conglomerado de sonidos que componen sus siete cortes nos obligará irremediablemente a realizar una escucha atenta de los mismos, pues su artífice tiene claro desde el inicio el querer huir de composiciones simplistas y obvias, exigiendo al oyente, de alguna manera, que éste tenga que volver sobre sus pasos para apreciar en su merecida medida las sofisticadas líneas que cada una de sus pistas oculta. Insistiendo precisamente en esa dispar mixtura de ritmos, el bueno de Juan seduce nuestros oídos y nuestra atención con una combinación de sonidos imposibles en los que se dan el relevo entre sí pasajes sintéticos, episodios psicodélicos y notas de pop romántico más al uso. Sin embargo, lo inclasificable de este artista, y por ende, la nota que consigue desligarle de otros de sus contemporáneos, es esa capacidad natural para ofrecer transiciones que nos dispensan desde la cara más rocambolesca de su discurso (con esos ritmos tétricos y casi de ciencia-ficción que envuelven “Vampirillos”) hasta detalles preciosistas y finos que pergeñan el pasional relato que protagoniza “Alicia”. Una muestra empírica de cómo la instrumentación del disco, alimentada a base de secciones de viento y solos de guitarra, es tan rica en matices que logrará no caer en la reiteración de sus estructuras, precisamente por la bondad de carecer de absoluta auto-censura y volcar en ese lienzo en blanco una deliciosa diatriba que logrará encendernos y emocionarnos a partes iguales.

La magia fluye con ligereza y calma en sus subsiguientes capítulos, pasando desde tramos que remiten al rock progresivo más sosegado (“El Valle de las Muñecas”), hasta destellos de movida post-punk (“Me dijo ser tuyo”), arrullos de serenidad y paz introspectiva (“El niño se levanta”, “La luz me ciega”) y un jazz caleidoscópico y tubular final para su corte homónimo que nos revelan, entre otras cosas, las dotes tonales que Juan maneja para cogernos de la mano y trasladarnos a un plano onírico muy particular en el que su visión artística, única y sin precedentes, sumada a esa forma de concebir el amor y revelarnos sus experiencias con el mismo, serán los hilos conductores de un debut enteramente prometedor.

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