Snake Charmer
Discos / John Dealer & The Coconuts

Snake Charmer

7 / 10
Holden Fiasco — 17-11-2021
Empresa — Autoeditado
Género — Rock

Lo he hecho. Y no debería haberlo hecho. Es que no ha pasado ni un año. Me pudo la curiosidad. No hace ni un año de la publicación de “Red Light Stories”, el anterior trabajo de John Dealer & The Coconuts, y también me pidieron que diera mi opinión aquí. Así que no he podido evitarlo y he ido y he leído lo que escribí en aquella ocasión. Lo que contaba entonces… pues tengo que volver a decirlo. ¿Y qué hago? ¿Me copio? ¿Me cito? ¿Me repito? ¿Se repiten ellos? A ellos les funciona. ¿Me funcionará a mí? No sé por qué, pero me huelo que no. Lo suyo es lógico. Sacan ahora un EP que confirma lo que se escuchaba en aquel LP. No ha pasado ni un año; siguen por el mismo camino: rock and roll fibroso y canciones categóricas, todo con bueno sonido. Tiene sentido. Revalidan todo lo bueno que apuntaban a principios de año. Yo, sin embargo, debería contar algo nuevo, ¿no? Y, sobre todo, debería parar de hacerme preguntas y dar el coñazo. Lo sé. Lo intento.

Y empiezo por lo fácil, los datos; lo que se averigua rápido. Esta vez, publican un EP de cuatro canciones. Lo grabaron en los estudios Pottoko de Beasain. Por lo que cuentan, lo hicieron en directo: los cuatro miembros juntos, soltándolo todo de golpe. Y, de alguna manera, se nota. El resultado es orgánico; la conjunción, natural. A los mandos, según he podido saber, se encontraba Fredi Pelaez, quien, además, vuelve a sumar sus teclados en varias de las canciones. En portada, una víbora cárdena se regocija por los orificios de una calavera. Dentro del cráneo, te quedan unos dieciséis minutos repartidos en cuatro canciones. De ellas, tres son en inglés y una, “Zauriak”, la cantan en euskera. Al trabajo, por cierto, lo llaman “Snake Charmer”, que es el título de otra de las canciones. “Phantoms” es la primera. “Cheap Little Dreams”, la última.

Cuatro canciones en las que, como decía y vuelvo a repetirme, consolidan su apuesta por el rock and roll con brío, sonido atildado, con los instrumentos bien definidos en varios planos, y letras intimistas de reflexiones quizás universales pero bien ponderadas. Desde el punto de vista estructural, resalta cómo parece que les gustan las introducciones de medio minuto, donde te insinúan lo que viene o van presentando el tono y la atmósfera de la canción, ya sea gracias a las guitarras o con una batería que, a lo largo de todo el disco, se deja sentir, redoblando y llevando el ritmo junto al bajo con buen pulso. Casi un minuto hay que esperar para oír la voz en “Phantoms”, aunque se hizo una cuenta atrás medio minuto antes, por ejemplo. Destaca el bajo punzante, bien repujado por los teclados, en una “Zauriak” de estribillo hipnótico y un minuto final que dan ganas de que no termine. En general, el disco parece filtrar una rabia contenida que a veces se acelera y otras permanece reposada con delicadeza y algo de melancolía, como en “Cheap Little Dreams.” La canción, en línea ascendente y sugestiva, amenaza con reventar, pero acaba disipándose: hablan de libertad, de abrir la ventana y echarse a volar, pero algo parece quedar truncado. En “Zauriak”, los versos cuentan sobre heridas y cicatrices; de cómo encontrar su origen en el miedo o en las conmociones que no compartimos con los demás, mientras animan a persistir y ser tú mismo, algo que ya abanderaban en el otro disco del que hablábamos antes. Nada que ver lo que cuentan en “Snake Charmer” con lo que describían sobre el vacío y la avaricia los Rage Against the Machine, que también tenían una canción con el mismo título. En esta de los de Legazpi, la segunda persona del singular gana aplome y dibuja una historia personal, con poso y secuelas, como las que también dejan esos fantasmas y sombras del pasado de las que piden que alguien les rescate en “Phantoms”.

Y no quiero repetirme, más de lo que ya lo he hecho. De hecho, ya estoy repitiendo que no quiero repetirme. Y así podemos seguir eternamente. En fin. Pero hay que quererse. Como dicen ellos mismos en “Zauriak”, mejor levantarse, dejar de lamentarse y ser, por fin, uno mismo, ¿no?

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