Rorschach Test
Discos / Jay-Jay Johanson

Rorschach Test

7 / 10
Raúl Julián — 29-03-2021
Empresa — 29 Music / Kuroneko Media
Género — pop electrónico

Jay-Jay Johanson se convirtió en un artista a seguir de manera instantánea, cuando debutó en los noventa con la dupla formada por ‘Tattoo’ (RCA, 96) y ‘Whiskey’ (RCA, 98), en una sensación confirmada poco después gracias al magnífico ‘Poison’ (RCA, 00). El sueco publica ahora nuevo disco de estudio, dos años después de ‘Kings Cross’ (29 Music, 19) y sellando una referencia que significa una continuación lógica de aquél. Aunque siempre se haya manejado entre pop electrónico de aspecto acogedoramente taciturno, el autor se encuentra en los últimos años tornado con más convicción hacia paisajes jazzísticos que completa con trazos de trip-hop.

Son los últimos elementos que el músico ha tenido a bien añadir a su paleta sonora, en una mixtura cuyos ingredientes maceran en harmonía hasta cuajar en la presente entrega. ‘Rorschach Test’ (21) es un álbum sedoso y romántico, en el que el de Trollhättan expande esa poesía lírica con la que transforma costumbrismo sentimental en elegancia de personalidad propia. Tras más de veinte años de carrera, el trazo de Johanson es tan reconocible que supone un valedor en sí mismo, además de un argumento con el que fidelizar a sus seguidores. Sucede gracias a piezas como la deliciosa “Romeo”, el single “Why Wait Until Tomorrow”, la narrativa espiritual de “Amen”, una “Stalker” que casi podría haber pertenecido a Tricky, o la instrumental al piano "Andy Warhol's Blood For Dracula". Su interpretación –tan sugerente como sentimental– conecta las diez piezas de una misma historia, en lo que supone un álbum coherente y equilibrado en su inherente teatralidad.

‘Rorschach Test’ (21) es otra muestra de elegancia y melancolía intrínseca, concretada en composiciones finas y de ejecución sensible. La música de Jay-Jay Johanson continúa siendo preferentemente otoñal, y este álbum no es sino otra prueba concluyente de ello. Y es que la profundidad derivada de su talante de crooner frágil sigue latente, y genera postales nostálgicas pero también abrigadas y acogedoras. El catálogo del escandinavo –meditado, alejado de esa modernidad más explícita de sus comienzos y con alma– sigue resultando una delicia para los sentidos, al esculpir belleza y tristeza de tal manera que no cabe entender una sin la otra.

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