Topaz
Discos / Israel Nash

Topaz

7 / 10
Don Disturbios — 25-03-2021
Empresa — Loose Music
Género — Alt-Country / Americana

En estos tiempos tan convulsos como complicados en los que vivimos, se agradece tener referentes en los que confiar de forma ciega. Músicos afines que son un valor seguro y sabes que no te van a defraudar. Creadores anclados en una forma de hacer tan clásica, que no van a salirse de lo establecido, ni tampoco van a ofrecer nada que no esté sujeto a unos patrones por todos acordados. Israel Nash es uno de ellos. Y  a cada disco que edita lo demuestra con creces. Por eso este 'Topaz' no es una excepción, es una norma con lo difícil que resulta eso hoy en día. Y es que si me hubieran preguntado de antemano como iba a sonar el nuevo trabajo del de Missouri, no me habría equivocado nada en el pronóstico. Es como uno de esos amores pactados de antemano. Sabes lo que te vas a encontrar, y eso anula el deseo asociado a la sorpresa aunque te aferras a la necesidad que tienes de buscar a alguien para dejar de estar solo. Y justo en eso reside la fuerza de la propuesta de Israel Nash : que logra convertirse en ese fiel compañero que te da justo lo que necesitas y andabas esperando.

“Topaz” es un disco que, como tantas obras de estos últimos meses, está afectado directamente por la pandemia. Y, justo por eso, adquiere un evidente tinte crepuscular. Grabado en la intimidad del estudio que tiene montado Israel en su propia casa, cuenta con la inestimable ayuda en la coproducción de Adrian Quesada de los Black Pumas. Otro de esos músicos que se las sabe largas a la hora de hallar la modulación perfecta. Ambos han realizado una concienzuda  búsqueda para que todo suene con ese punto de elegancia, alejado de cualquier estridencia. Niquelado. Y ahí reside una vez más el problema: que el sonido arde pero no quema. Es evidente que canciones como “Down In The Country”, “Stay” o “Canyonheart” son ganadoras a la hora de ser silbadas. Y también es obvio que todo en el disco rezuma ese saber hacer que se sustenta en la dulce tonalidad vocal de nuestro protagonista, pero... acaba por suceder lo mismo que le pasaba a Israel Nash en entregas anteriores: Todo en su sonido es demasiado bonito. Tanto que acaba resultando un esplendoroso decorado de cartón piedra que parece sólido pero puede venirse abajo con el fuerte soplido de lo genuino. El que podrían bufar Tom Waits, Warren Zevon o Neil Young en sus buenos tiempos.

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