Entre Flores De Azafrán
Discos / Grushenka

Entre Flores De Azafrán

8 / 10
Fran González — 19-11-2022
Empresa — El Genio Equivocado
Género — Indie pop

Parece que fue ayer, pero en realidad han pasado siete largos años desde que la banda barcelonesa Grushenka se dejara ver por última vez con su segundo álbum de estudio, La Insoportable Levedad del Ser (El Genio Equivocado, 15). La espera ha traído consigo una maduración notoria en su entrega, no solo en la diégesis de la misma, sino en la forma en la que su noise pop, vaporoso y huraño, ha evolucionado considerablemente a golpe de brillo psicodélico y garaje vitalista.

Modificaciones en la formación aparte, hay cosas que no cambian, y es que el romanticismo de las letras de Xavier Nadal, tierno y oscuro a partes iguales, continúa tan vivo como lo hacía hace una década en los nuevos cortes que nos ofrece ahora la banda bajo el título de “Entre Flores De Azafrán” (El Genio Equivocado, 22). Como si de un pacto con el diablo se tratase, los años parecen jugar a favor de este cuarteto catalán que, con paciencia artesanal, ha erigido los cimientos de su propuesta más sólida hasta la fecha. Lo confirmaron con la festiva “Nacen En Primavera”, una prueba redonda de que ese giro sobrecargado y radiante a lo twee pop le sentaba como anillo al dedo a su intrínseca esencia taciturna. Como si del imaginario más auto-destructivo de Slowdive se tratara, fluyeron hacia nosotros también los sombríos ritmos de la homónima “Entre Flores De Azafrán”, una preciosa ristra de versos reverberados con la que confirmaban volver al ruedo en plena forma.

Pero más allá de sus singles de adelanto, Grushenka nos ha demostrado que los años le han valido para retornar con una buena colección de temas nuevos bajo el brazo con los que volver a conquistarnos, como ya hicieran diez años atrás. Ya sea bien recurriendo a sonidos castizos que recuperen esa inocencia mágica de la Movida madrileña (“Frenesí”) o insertándonos en una corriente circular en la que nos abrace la psicodelia más caleidoscópica (“La Autenticidad”), la banda ha logrado afianzar su propuesta con la evidencia mediante de que su diálogo puede abarcar muchas más aristas de las que nos dejaron ver en el pasado. Nadal y compañía encuentran ahora la confianza suficiente para atarse los machos y sumergirse en áridas tormentas de slowcore y horror vacui a lo Ride o Galaxie 500 (“Esplendor”), enfrascarse en episodios de synth-pop anglófilo e industrial (“Electrizante”, “Ya Se Han Olvidado De Ti”) o directamente mostrarnos que también saben hacer rock n’ roll soleado al uso con el que mantener vivo el ritmo (“Un Atardecer de Otoño”).

Nada más lejos de nuestros deseos que volver a tener que esperar otro siete años para tenerles de vuelta entre nosotros, pero es evidente que el descanso les ha sentado de fábula, suponiendo la excusa perfecta para reconectar con sus referentes históricos, explorar nuevas vetas que conjuguen de forma positiva con su ya característico hacer y ganar la convicción necesaria para lanzarse a la confección del que probablemente sea su disco más introspectivo y personal.

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