Cada día más acostumbrado a escuchar música cantada en catalán, me acerco con la mente bastante más abierta que en otros tiempos a este segundo disco de Ferran Orriols, quien fuera anteriormente miembro de Nyandú. Cual Albert Pla –su timbre me suele recordar mucho en ocasiones– folkie, Orriols grabó el disco en un entorno rural, intentando capturar el espíritu de discos míticos como “Harvest” de Neil Young o “For Emma, Forever Ago” de Bon Iver. Incluso con agua sonando de fondo o los pájaros cantando en algún lugar cercano.
Su propuesta funciona mejor cuando Orriols sale de la guitarra y la voz –algo que hace y muy bien en “Fer l’amor”, dicho sea de paso– e incorpora a su música otros elementos zíngaros o incluso árabes. El disco se eleva por la variedad de canciones como “Mustang” y eso lo hace huir del hastío de muchas de estas grabaciones que buscan la raíz más intrincada. Cargado de colaboraciones interesantes, estas pasan a un segundo plano cuando las composiciones de Orriols toman el mando. Y aunque en las canciones participen Mar Pujol, Xevi Abril (Pelat i Pelut), Álex Pujols (Txarango) o el mismísimo Steve Jones (Heron), los textos y las melodías son lo que mandan. Mejor cuando huye del costumbrismo y abraza otros temas en busca de la originalidad, con lo que no nos extraña demasiado que Alex Bush, ingeniero de sonido de Damien Jurado ande loco por él. Por ahí van los tiros.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.