Eels Time!
Discos / Eels

Eels Time!

7 / 10
Kepa Arbizu — 11-06-2024
Empresa — E Works/[PIAS
Género — Pop-Rock

La heladora presencia de la muerte se ha apostado de forma recurrente junto a la figura de Mark Oliver Everett. Una biografía personal que puede ser casi enunciada bajo la macabra y paulatina enumeración de la desaparición de sus seres cercanos, una trágica realidad que no ha dudado en volcar de manera sobresaliente no ya sólo en las canciones de su proyecto, Eels, sino también a través de la escritura, como atestigua sobre todo el muy meritorio “Cosas que los nietos deberían saber”. Un blandir de la guadaña que si hasta ahora había escuchado a su alrededor, recientemente su filo ha pretendido presentarse todavía más cerca en forma de un aneurisma que le ha postrado en un hospital para ser operado a corazón abierto. El resultado es que la parca “sólo” ha conseguido dejar una tremenda cicatriz en el pecho de quien había sido señalado como próxima víctima de esa tétrica saga familiar.

Sería perfectamente lógico deducir que ese tono vitalista, decidido a no dejarse atrapar por la penumbra del destino, que alberga el nuevo disco del compositor estadounidense, “Eels Time!”, es consecuencia del regate realizado a los peores augurios médicos si no fuera porque el repertorio fue concebido antes de dicho acontecimiento. Un desequilibrio cronológico que nos induce a pensar que las canciones quizás contengan de verdad esa misteriosa facultad de anticiparse a aquello que está por llegar, un bello y poético argumento que sin embargo queda enmendado por la más mundana realidad, y es que el autor de estos temas, consecuencia del fallecimiento de su padre por una afección cardíaca, ha estado desde entonces en permanente guardia frente a esa maldición genética.

No sería de extrañar que el luto que tan a menudo se ha visto obligado a vestir, hubiera convertido a Mr. E en un tipo apesadumbrado y sometido a una recurrente letanía de dolor y sufrimiento. Pero ya sea por una necesidad de observar el mundo con ácida ironía o por darle verdadero significado a esa anguila que da nombre a su formación, el caso es que sus grabaciones alternan visitas a las simas de la desesperación con intentos de aligerar la carga emocional. Una cuestión anímica que también es aplicable a su formulación sonora, que igualmente se ha movido con soltura en ambientes dispares que podían propinar descargas de electricidad o escoger la sutilidad pop como idioma preferido. Bajo el manejo de un muestrario tan extenso de tonalidades, una de las opciones recurrentes ha sido darse el capricho de poder servirse de varias de ellas para configurar un mismo trabajo, algo que sucede en su recién editado “Eels Time!”, transmisor de un paisaje de orografía sonora variable.

Una diversidad, por otro lado característica de su idiosincrasia compositiva al igual que de la naturaleza mutante en el organigrama de su banda, en la que puede haber influido las dispares localizaciones en las que han sido registradas estas canciones o incluso que parte de ellas hayan sido coescritas en directa colaboración con Tyson Ritter, líder de The All-American Rejects, pero lo único irrefutable es que el disco se desliza con tono intimista y reflexivo entre múltiples escenarios, ya sea envueltos en ropajes más copiosos –que nunca sobrecargados– o desprovistos de oropel, como enraizados en texturas de presencia actualizada o deudoras del clasicismo.

No significa ninguna revelación trascendente, dado el explícito título, que este trabajo recoge, al menos en buena parte, un diálogo con ese ente que siempre ha perturbado al ser humano como es el paso del tiempo, en este caso, y volvemos a recuperar ese episodio clínico grave sufrido por el autor, alumbrado por la determinación de no doblar la rodilla ante el peso del calendario y a glorificar, dentro de lo posible, el día a día. Constantes que recoge el tema homónimo e inaugural, donde expresa su determinación por el momento presente en un emotivo folk, de copiosa -que no empalagosa- instrumentación, que entre guitarras acústicas y cuerdas comparte paisaje con emotivos intérpretes como el Harry Nilsson más melancólico. Virtudes interpretativas, que se refieren tanto a ese gusto por encontrar la decoración idónea como a la predominante delicadeza formal, que se manifiestan adoptando con igual solvencia el sosegado y oxigenado rock de Wilco en “Sweet Smile”; dejando que hable la excelencia melódica de The Beach Boys a través de “And You Run”; construyendo una hipnótica y envolvente nana para “We Won’t See Her Like Again” o una “Let’s Be Lucky” que recoge la bonanza melódica de The Beatles.

Junto a esas referencias y fisionomías musicales más cercanas a la tradición, otros temas encuentran acomodo en unas estructuras de mayor contemporaneidad desde las que además se genera un incremento de la tensión, disparidad de ambientaciones que sin embargo no suponen una alteración de la armonía colectiva del álbum. Aunque “Haunted Hero” mantiene una actitud contemplativa promovida por su deje soul, a pesar de la evidente incorporación de un esqueleto más actualizado, será por medio de canciones como “Goldy”, de imponentes y palpitantes bases rítmicas, o la rasgada “If I’m Gonna Go Anywhere”, donde entran en liza aspectos que las sitúan alrededor de propuestas como Elbow o Sparklehorse, cuando el álbum ahonde en su dinámica y trasversal puesta en escena.

El surrealismo o la observación cotidiano son lenguajes, aparentemente antitéticos, pero que en mano de este talentoso compositor logran convivir bajo extrema cordialidad con el fin de cincelar todo un relato musical que en “Eels Time!” se presenta como una conversación íntima y recogida. Instalado sobre su característico magnetismo, el músico estadounidense no esconde unas heridas que –probablemente– le escoltarán de por vida ni puede evitar que por momentos su verbo se enzarce, pero con estas canciones ha conseguido que, al menos por esta vez, la belleza y el amor consigan doblegar al dolor.

 

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