En medio del caos resplandecen de cuando en cuando biografías que podrían ser obra de un divino plan maestro. Por ejemplo la de Peter “Sleazy” Christopherson, al que sus ex compañeros Chris Carter y Cosey Fanni Tutti dedican este álbum. Su inesperado fallecimiento en 2010 impidió que Christopherson llegase a escuchar esta suerte de último disco de Throbbing Gristle que también es, precisamente, aquel que más cercano se encuentra de su sensibilidad musical: con un pie en lo experimental, sí, pero también solemne, ceremonial y, por momentos, mortuorio. Un disco que de alguna forma conecta con otra referencia post mortem, el “The Ape Of Naples” de Coil del que Sleazy también fue protagonista, en ese caso completando el trabajo que había dejado incompleto la muerte de su compañero en aquella otra formación, Jhonn Balance. La historia se repite.
Más allá incluso de la pérdida de Christopherson, no ha sido un parto fácil el de este álbum doble de discursos independientes entre sí. X-TG surge como una escisión de Throbbing Gristle tras la “espantá” de Genesis P-Orridge en plena gira, allá por 2009. Con las relaciones definitivamente rotas y alguna palabra gruesa de por medio entre Genesis y sus compañeros, los tres componentes restantes -ya de por sí todo un “supergrupo”- deciden seguir adelante con el proyecto bajo este nombre hasta que el súbito fallecimiento de Sleazy vuelve a amenazar con llevárselo por delante. Pero la tozudez de Carter y Fanni Tutti y la colaboración de un grupo de amigos ilustres como Antony, Blixa Bargeld, Gaspar Noé, Sasha Grey o Marc Almond ha hecho el milagro casi tres años después de que hubiera sido concebido.
El primero de los dos discos, “Desertshore”, versiona al completo el álbum original del mismo título publicado en 1970 por Nico. Cuando antes me refería a la sombra de Christopherson apuntaba en la dirección de este proyecto concebido desde la más profunda admiración: si Nico abrió el camino a una concepción cuasi religiosa del pop, X-TG actualizan su lenguaje y nos toman de la mano para arrastrarnos por senderos casi terroríficos. Hay un hilo tenebroso que definitivamente no es de este mundo y que une el “Janitor of Lunacy” interpretado por Antony y la alienígena versión de “Mütterlein” que recita Blixa Bargerld o los balbuceos de Gaspar Noé en “Le petit Chevalier”.
Mucho más cercano al espíritu aventurero de Throbbing Gristle y también de las aventuras por separado de Chris & Cosey, “The Final Report” le da la espalda a cualquier cosa parecida al formato canción: bajos reptantes, chasquidos electrónicos, voces distorsionadas, pulsión digital,… Es el mejor complemento de su majestuoso compañero de viaje para la única (y última) referencia de Throbbing Gristle que no aparecerá listada en su discografía.
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