Los perros no entienden Internet (…Y yo no entiendo de sentimientos)
DiscosDepresión Sonora

Los perros no entienden Internet (…Y yo no entiendo de sentimientos)

8 / 10
JC Peña — 27-10-2025
Empresa — Sonido Muchacho
Género — Post punk

El joven madrileño Marcos Crespo es uno de esos autores que habita en un mundo suyo meticulosamente construido. Sin embargo, la introspección que evoca el propio nombre del proyecto, Depresión Sonora, no ha sido obstáculo para atraer a una creciente legión de fans. Sus letras confesionales, a corazón abierto, han conectado con jóvenes y no tanto que se reconocen en su personal mirada al mundo.

Protagonista en esa insospechada resurrección local de los sonidos oscuros que dominaron la primera mitad de los ochenta, Crespo corría quizá el peligro de ensimismarse en su pequeño mundo siniestro –que ha devenido un poco moda–, y seguramente consciente de ello, este segundo trabajo se abre a distintas influencias: del pop electrónico de los ochenta al synth pop y el pop a secas, sin abandonar las bases de su fría estética.

De hecho, el interminable título de su esperado segundo álbum sigue la tradición existencial del proyecto. Pero combinado con la portada, Marcos muestra un lado más cálido y juguetón, aunque el músico confiese que no le ha resultado fácil llegar aquí. Su veterano perro Lucas le ha marcado el camino: ese instinto vital sencillo y puro de los animales no da cabida a las abundantes neurosis que atormentan al hombre moderno. Una frase que apuntó hace tiempo acabó encajando como un guante en el proyecto del siempre difícil segundo disco.

Hay claros ecos planeteros –además de cajas de ritmo vintage y coros femeninos– en las tiernas melodías de “La balada de los perros”, apertura del disco que es toda una declaración de intenciones. En el resto del álbum, el lado gélido de Depresión Sonora (“Sin volverme loco”, “No te hables mal”+) coexiste con la calidez de momentos en los que suenan la luminosidad de unos The Postal Service (“Domingo químico” y su gran estribillo) o incluso de Future Islands (“Cómo será vivir en el campo”, la espléndida “Me va la vida en esto”). Todo ello con unas letras en las que se da un respiro a sí mismo encontrando un resquicio de luz. En el epílogo lo-fi de “Qué pena que nos vayamos a olvidar” se atreve a desnudarse con una guitarra acústica y su voz.

En su curiosa página web de estilo vintage, el madrileño detalla la amplia cacharrería que él y sus músicos han empleado para dar vida a estas nuevas canciones grabadas (por lo que veo en esa lista) en cinta, a la vieja usanza. Eso, sin mencionar el software. Son los elementos que conforman un álbum majestuoso por momentos que confirma a Crespo como una de las voces más lúcidas de su generación. Y esto –me refiero a la carrera del músico– sólo acaba de empezar.

 

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