Tras convertirse en uno de los baluartes de la nueva escena soul con dos discos tan apetecibles como sin duda fueron ‘Soul Power’ (Burger, 14) y ‘Face Your Fear’ (Anti-, 17), Curtis Harding parece empeñado en dar algún tipo de golpe de efecto en base al que es su tercer álbum. En ‘If Words Were Flowers’ (Anti-, 21), el artista tiende a alejarse de la verticalidad funky de anteriores obras para apostar por un trabajo algo diferente, quizás más maduro o puede que incluso más meditado y profundo, introduciendo al mismo tiempo algunos elementos contemporáneos.
En cualquier caso, el soul y R&B de corte clásico sigue siendo principal argumento del vocalista, con dosis de ambos géneros esparcidas a lo largo de un total de once temas. Por el camino aparecen los coqueteos con el hip hop de “Hopeful” y la convincente “Where Is The Love?”, pero cuando más brilla el de Míchigan es en temas tradicionales como el irresistible de “Can’t Hide It”, la sensual “Explore”, “Forever More”, “It’s A Wonder” o el ramalazo góspel de la canción que abre y da título al elepé. En cualquier caso, la apuesta de Harding no termina de asentarse y, aun situándose muy lejos de cualquier tipo de desastre, señala a la presente referencia como la más prescindible con la firma del autor hasta la fecha.
‘If Words Were Flowers’ es un disco ambicioso y de digestión más lenta, que aboga por una madurez algo precipitada y apunta en la misma dirección que Michael Kiwanuka en ‘Kiwanuka’ (Interscope, 19). Al contrario que el creador de “Home Again”, Harding firma un tratado plagado de sonidos negroides que no pasa de aceptable, en realidad incluso agradable y con algún destello evidente, pero de poso definitivamente limitado. Un conjunto que, en cualquier caso, se sitúa muy lejos de la frescura del debut y de aquella continuación que ratificó su talento con contundencia.
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