Coriky
Discos / Coriky

Coriky

8 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 18-06-2020
Empresa — Dischord
Género — Rock

Podemos abrazarnos con fuerza hasta que vuelvan Fugazi, como le decía Esperanza Aguirre a Francisco Granados en aquel glorioso meme en el que se veía agasajada por este, o podemos conformarnos con Coriky, que tampoco es moco de pavo. De hecho, que el bajo de Joe Lally se haya sumado a la voz y guitarra de Ian McKaye y a la batería de Amy Farina es lo más cerca que podemos estar de esa esa reunión que se antoja ahora mismo improbable. Pero ojo, porque esto tampoco es The Evens con su bajo, ni precisamente la mitad de Fugazi con la señora esposa de McKaye a la batería. Ni mucho menos. Ni siquiera es demasiado necesario. Porque sí hay una química triangular (como mucho, cabría sumarle un cuarto condimento, la producción del viejo conocido Don Zientara) muy particular, que se aleja de la implosión de The Evens para acercarse aquí a la explosión de Fugazi, sin darnos motivos para asegurar de cuál de ambos polos expresivos andan más cerca. Y eso está muy bien. Por algo el proyecto empezó a caminar antes incluso de tener un nombre.

Es ese rock físico, proteico, sin ápice de grasa y con un dinamismo a prueba de más de media hora de duración: cambios de ritmo aparentemente imprevisibles, variaciones en la textura y estructuras que rara vez extravían la intriga, y que hacen que el viejo formato álbum, por redundante que se les antoje a algunos, no juegue aquí nunca en su contra. No hay motivo para el tedio. Sí para renovar la fe en un corpus creativo que ni renuncia a salpimentar la cruda realidad con reflexiones críticas – sin necesidad de ceñirse a un dogmatismo straight edge superado por el tiempo – ni a actualizar su sonido sustituyendo los diálogos a media voz entre McKaye y Farina por la alternancia a la voz cantante, que en el segundo de los casos (ocurre en “Too Many Husbands” o “Jack Says”) sintoniza con el hervor de – por ejemplo – Sleater-Kinney. Todo muy bien jugado. Porque ese valor tan ligeramente ensalzado, la insobornabilidad, acaba por ser estéril si no es capaz de adaptarse a los tiempos y al medio. Y de eso, McKaye también sabe un rato.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.