Gadzooks Vol. 1
Discos / Caleb Landry Jones

Gadzooks Vol. 1

7 / 10
Raúl Julián — 11-11-2021
Empresa — Sacred Bones
Género — Psicodelia

Caleb Landry Jones ya ofreció un aviso en firme acerca de las peculiaridades desenfrenadas de su estilo en ese debut de título ‘The Mother Stone’ (Sacred Bones, 20), publicado hace poco más de un año al amparo de un sello siempre recomendable para oídos inquietos como es Sacred Bones. Dieciséis meses después, el también actor regresa con un segundo asalto en el que confirma su magnético histrionismo cuando la misión consiste en facturar pop/rock psicodélico que bebe, a manos llenas y sin disimulo, del legado de Frank Zappa, los Pink Floyd de Syd Barret, The Beatles, Captain Beefheart, o incluso T. Rex.

Con trazos adicionales de glam y avant-garde, ‘Gadzooks Vol. 1’ (Sacred Bones, 21) es un viaje lisérgico a través de un total de nueve canciones que conforman un trazado sonoro sin prejuicios. Una invitación interesante que, si bien va perdiendo atractivo y efecto sorpresa, tiende a mantener la chispa de esa anarquía intrínseca que es argumento e hilo conductor de la referencia. El elepé se abre con la inmediatez de “Never Wet”, antes de dar paso a la mística “Yesterday Will Come”, ramalazo folk y principal joya del lote además de una pieza que debería aparecer en todos los listados con las mejores canciones del año. También destaca “The Loon (A Gate Away)”, una “Bogie” en la que Jones juega a ser Jack White, o la elegante “For A Short Time (There Was Loving)”. Por su parte, los veinte minutos de “This Won't Come Back” ejercen como cierre mastodóntico en lo que, con sus diferentes partes, podría entenderse como peculiar acercamiento a una ópera rock.

El tejano da rienda suelta a su inspiración, alternando en ‘Gadzooks Vol. 1’ (Sacred Bones, 21) momentos luminosos con otros más psicóticos y retorcidos, todo a lo largo y ancho de un álbum con miga en el que, como mínimo, merece la pena sumergirse en busca de instantes imaginativos y jugosos. Una curiosa ida de olla que combina pinceladas sedosas con trazos más gruesos, además de alguno de esos pasajes algo prescindibles que seguramente solo entenderá el propio autor. Pero el talento está ahí, latiendo de forma intermitente, por lo que procede estar pendiente de próximos movimientos del músico.

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