Sexy Zebras nos la han vuelto a jugar. Al tratarse ya de su sexto álbum, uno piensa que igual el grupo perdido fuelle, que no pueden seguir con la misma chulería a los veinte que a los treinta y pico. Pero nos han vuelto a agarrar por el cuello con “Bravo” para lanzarnos a uno de esos pogos en los que no pisas el suelo, aunque lo hayan hecho con un poquito más de alma de lo habitual.
Hace tiempo que los de Hortaleza abandonaron la ansiedad guerrera de aquel primerizo “Volvamos a la Selva” (13), desde el que han ido conciliándose consigo mismos hasta llegar a su trabajo más melódico y sincero. Sigue habiendo rock y descaro, que no cunda el pánico: “Bravo”, con el que se han ganado varios haters de piel fina (“Voy a fundar un partido comunista fascista”), “Mañana no existe” y “Días de mierda” forman el tridente más frontal del disco. Son cantos de carpe diem que tampoco le rompen la cabeza a nadie, pero conectan de diez con el público y cumplen con el cometido de la banda en directo: bailar unidos y quedarse afónicos.
Aunque no todo el disco está repleto de sudor, y se agradece: “333”, la única cantada por José (guitarra) actúa de interludio y conecta con los otros dos respiros del álbum (“C’est la Vie” y “El silencio”), en los que la voz de Gabi suena más nítida y sólida que de costumbre y muestran una faceta íntima digna de explotar en siguientes trabajos. Aunque, sin duda, los temas más interesantes del disco están en los momentos en los que el trío se ha dado el placer de dejar gritar a sus propias guitarras. “Vivito y coleando” y, especialmente, esa “Flores a la Guerra” de aroma country que se mezcla con unos coros casi angelicales para terminar celebrándolo a golpe de batería salvaje y se lleva mi más sincero bravo.
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