Mark Lanegan sigue avanzando por una carretera repleta de curvas y giros inesperados. Desde que el singular vocalista emprendiera camino desligado a The Screaming Trees, su profunda voz nos ha llegado en solitario o compartiendo proyecto con Greg Dulli, Josh Homme, Isobell Campbell o Soulsavers. Su último volantazo le acerca a Duke Garwood, un virtuoso multiinstrumentista conocido por revisitar el blues desde un punto de vista nada ortodoxo. El resultado de su colaboración es un disco arriesgado y de lenta digestión, en el que predomina un tono dramático ideal para las típicas inflexiones vocales de Lanegan. En cuanto a las guitarras de Garwood, lejos de asumir un papel secundario, desarrollan aquí también un elaborado, introspectivo y torturado discurso propio. A disfrutar por quienes aprecien la música salida del alma, a evitar por quienes busquen levantar el ánimo.
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