Salto al color
Discos / Amaral

Salto al color

7 / 10
Álex Jerez — 09-09-2019
Empresa — Gatorama Music / Sony Music
Género — Pop

Luminosos como no les habíamos visto desde hace años, Amaral regresan con “Salto al color” para dejar atrás su lado más crítico y profundizar en nuevos sonidos. Un disco tremendamente heterogéneo cuya máxima es aportar color al mundo en blanco y negro en el que vivimos. Apuestan por potenciar ese lado electrónico con el que han coqueteado en discos previos, recuperan el apoyo orquestal y hasta sacan a relucir su lado más latino con la inclusión de instrumentos como el ronroco o la guitarra flamenca. Y es que es curioso ver que tanta diversidad sonora, en vez de jugar en contra del proyecto, lo que hace es enriquecerlo y convertirse en el principal pilar que sostiene y unifica el álbum.

Eva y Juan se encuentran en un momento de sus vidas en el que apuestan por el lado positivo de las cosas y buscan ante todo que eso se refleje tanto en las letras de las canciones como en las sonoridades usadas. Apartan su cara más oscura, y rockera, y se llenan de melodías pop que puedan enamorar de nuevo al gran público. La fórmula Amaral está de vuelta, de nuevo tenemos estructuras en las canciones tremendamente familiares, guitarras que los fans serán capaces de memorizar y una voz de Eva tan poderosa como siempre (“Lluvia”). Sin duda alguna, “Salto al color” es un álbum Amaral con todas las letras. Pero, como hemos dicho al inicio, también hay una intención por buscar nuevas texturas que enriquezcan el universo del dúo. Si hubiera que hablar de un sonido que represente lo que significa esta era en sí sería esa apuesta por el synth-pop en temas como “Señales” o “Entre la multitud”. Sin embargo, algunos de los momentos más brillantes del disco llegan con “Peces de colores” o “Nuestro tiempo” y los espectaculares arreglos de cuerda de Steve Sidwell (Amy Winehouse, Paul McCartney, Muse) que recuperan a esos Amaral orquestales que tan felices nos hicieron en “Pájaros en la cabeza” (05). Y bueno, claro está que no son las únicas cuerdas que brillan dentro de este “Salto al color”. Con “Soledad” sacan su lado más flamenco acompañados de la guitarra española de Victor Iniesta y las palmas de Miguel Campello (elbicho). La guitarra portuguesa tiene un gran peso en ese “Mares igual que tú” que puso a Eva a bailar danza contemporánea. Y, por último, habría que destacar la inclusión del ronroco de la mano de Monsieur Periné en una pequeña, pero matona, “Ruido” cuya atmósfera te atrapa desde la primera escucha.

La pasión por tierras gallegas del dúo hace que Carlos Núñez convierta su flauta en ave rapaz en “Halconera” o que les descubriera, y terminaran grabando, una versión de “Ondas do mar de Vigo” que sirve como introducción a esta nueva etapa y, a su vez, descoloca completamente al oyente una vez descubres todo lo que te espera en el resto del álbum. Otro de los puntos a destacar, es la recuperación de esa “Juguetes rotos”, que presentaron en directo durante la era de “Hacia lo salvaje”, a la que le dan una nueva vida. De ahí que sea el único tema del álbum que posee un espíritu de crítica política en sus letras de forma explícita. Como añadido, además, deciden apoyarse en el Diversity Youth Choir (coro juvenil que busca la integración social) para engrandecer la canción y que la letra de esta tenga más sentido que nunca (“Cuántos segundos de vida regalas a la muerte sentado indiferente. Si les dejas que jueguen contigo y conmigo seremos dos juguetes rotos”).

Si hay algo que criticarle a este “Salto al color” es que, si profundizamos en sus letras, nos encontramos con pocos momentos verdaderamente brillantes. La apuesta de Amaral por conectar con su lado más pop les ha llevado a recuperar juegos de palabras fáciles (“Bien alta la mirada”) que el público más masivo sea capaz de memorizar con facilidad. Y, por otro lado, a centrarse a la hora de componer en temáticas poco conflictivas que el grupo había dejado más de lado en sus últimas etapas (“Mares igual que tú”). El poder de este nuevo paso al frente de Amaral reside, claramente, en el crecimiento instrumental del dúo y en que siga intacta la capacidad que tienen de crear canciones que se convierten en inolvidables. Y es que, a pesar de tratarse del octavo álbum, se vuelve a respirar ese interés por cuidar cada detalle en todos los temas al máximo y crear algo de lo que se sientan orgullosos por encima de todo. Construir música que siga representando lo que significa Amaral y que consiga mantener, en el futuro, la llama encendida con tanta fuerza como lo han conseguido hasta ahora.

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