Accelerator

Que la sombra del malogrado Prince es alargadísima y sigue creciendo con el paso del tiempo es algo indiscutible. Lo mismo deben pensar The Convenience que, lejos de molestarse en disimular admiración, señalan al genio de Minneapolis –en su faceta más funky– como principal referente sobre el que apuntalar el que es su debut en formato largo. El disco de Duncan Troast y Nick Corson llega después de algunos singles previos y completa sus cimientos con evidentes preferencias por la estética sonora de los setenta y ochenta, en una mezcla de synth-pop e indie-pop con ramalazo de glam vacilón e incluso exótico.

El resultado es un álbum vistoso y muy funcional, entretenidísimo y con mayoría de canciones adornadas con bolas de espejo, purpurina, boas de plumas, falsetes y teclados vintage. ‘Accelerator’ (Winspear, 21) luce colorido pretérito a lo largo de una secuencia de nueve piezas que incluye momentos tan decididamente logrados dentro de los mencionados parámetros como la inicial “Accelerator, Pts. 1-2”, “Saturday's Child”, “Star” o “True Fascination”. Unas destacadas que los autores saltean inteligentemente, logrando así mantener el interés de toda la referencia. En realidad, el resto de compañeras de promoción también suman en positivo, completando el lanzamiento con piezas más que aceptables del tipo de “Kiss Me In Heaven” (que podría haber pertenecido a The Drums), “Fake Roses”, “The Flame” (rematada en primer plano con saxofón), o los seis minutos de la sensual “Telephone Number” ejerciendo como cierre.

El estreno del dúo de Nueva Orleans se revela como un disco vacilón y divertido, de tendencias juguetonas y consecuencias igualmente despreocupadas. La obra de The Convenience no renuncia al punto justo de petardeo, pero luce al mismo tiempo como un trabajo hábilmente construido por parte de sus artífices. ‘Accelerator’ (Winspear, 21) es un lanzamiento pretendidamente alejado de cualquier trascendencia real, pero sin duda animoso, muy bien terminado y capaz de incitar al movimiento de cadera constante mientras al oyente se le dibuja una sonrisa espontanea en la cara. Ni más, ni menos.