The Fall y el populismo de Disclosure y Lori Meyers al rescate del DDLM
Conciertos / Día De La Música

The Fall y el populismo de Disclosure y Lori Meyers al rescate del DDLM

7 / 10
Manuel Ortega / Luis J. Menéndez / Álex Jerez — 21-06-2013
Sala — Matadero de Madrid
Fotografía — Alfredo Arias

El calor, un cartel menos rotundo, la crisis, la cercanía de las vacaciones o el hartazgo de eventos parecidos hizo que a simple vista pareciera que la asistencia era menor gente que el año anterior. Sobre todo el sábado, en parte por una programación que el primer día apostaba por lo “comercial” y el segundo tenía un perfil más alternativo y electrónico. Una segmentación no sé si buscada o encontrada tras la inesperada caída de Spiritualized del cartel.

Pero no pensemos en los que no estuvieron y sí en los que lo dieron todo. Pensemos en Los Punsetes y su cada vez más potente y coherente directo que esta vez incluso consiguió salvar un poco la confusión y los problemas técnicos en su inicio. Pensemos en su torrente de letras altivas y crueles, dolientes y lúcidas, pero también en una banda que cada vez las ejecuta mejor superando (o minimizando) lo anecdótico o lo eventual. La voz de Ari, los riffs de Jorge, la contundencia del bajo de Gonzalo o las letras de Manu hicieron que la tarde comenzará con himnos de la posmodernidad capitalina como “Dinero”, “Los tecnócratas”, “Maricas” o “Dos policías” que sirvió para homenajear al Nasti Club y su inminente cierre.

También en aciertos organizativos como la ubicación del escenario Nivea Soft, en el que pudimos ver a una Anni B Sweet cada vez más cómoda con el formato banda, secundada por David Vetusta Morla a la batería y que sacó a pasear una vez más su relación con Noni Meyers cuando tocó versionar “Religión”. O un poco más tarde You Don't Know Me con un directo nítido y sólido. Olvidados ya su flirteos iniciales con el inglés,  vinieron a presentarnos su primer disco, “Algo real” y su indie rock musculado, frontal y elaborado que hizo las delicias de una concurrencia no muy nutrida pero sí entusiasta. Retazos de Foals, Editors y Kasabian y con unas letras en busca de sí mismas nos dejaron una grata impresión.

De vuelta a los escenarios principales Autre Ne Veut nos hicieron sospechar que la organización había tenido buen ojo a la hora de planificar las bandas que tocarían a la hora de irnos a cenar (al día siguiente las sospechas se confirmarían con la actuación Raphael Gualazzi). Perdida la baza de la exquisitez sonora que explica la atención que “Anxiety” ha despertado en algunos medios, su directo se reveló plomizo, excesivamente aferrado a un supuesto virtuosismo vocal que no era tal, y nos hizo pensar en aquellos tiempos en que a Portishead y Massive Attack les surgían imitadores de medio pelo de hasta debajo de las piedras.

Pensemos también en la confirmación de Hola A Todo El Mundo como banda que definitivamente ha madurado sobre un escenario grande y que está preparada para el reto de salir a tocar fuera de nuestro país (lo hará en los próximos días en Francia). Su concierto no se alejó de lo que les hemos visto en el último año (si hasta se repitió la sorpresa de la colaboración de C. Tangana en “Oh Lord…” para despedir el show), con prácticamente todo el repertorio extraído de “Ultraviolet Catastrophe”, pero el cuarteto se muestra más templado y a la vez incisivo que nunca, transmitiendo la sensación de que en su caso lo mejor todavía está por llegar…

Y pensemos en Lori Meyers y muy posiblemente en el concierto con más espectadores de todo el festival. Pensemos en Noni y en ese teclado que nos separa a los que seguimos considerando el “Viaje de estudios” el paraíso perdido y a los que se hicieron incondicionales hace un par de años cuando abrieron sus brazos a un público más amplio. Hubo para todos y con esa generosidad tan habitual en los lojeños de derrochar la misma intensidad en todo tipo de pieza. Por eso tuvimos todo su despliegue tanto en “El tiempo pasará” como en “Tokyo ya no nos quiere”, en “Planilandia” como en “Sus nuevos zapatos”. Al final los de una parte y los de la otra decidimos llevarnos bien e incluso corear al unísono varios dogmas vitales pertenecientes al “Cronolánea”, ese cruce de caminos: “Tendría que reconocer que no llevo razón” y el siempre final “Todo esto es por culpa de la gente” Podría ser.

Pensemos que cuando empezaron los de Faris Badwan todos los anteriores pasaron a parecer teloneros. The Horrors nos ofrecieron un concierto casi modélico, quizá demasiado corto, quizá excesivamente oscuro, pero brillante, nutritivo y, afortunadamente, muy profesional. Nada de bolas caídas ni narices rotas. Solo sombras alargadas de una realidad que sus canciones traduce en amargos y convulsos espasmos musicales. Centrados en su último disco, no faltaron grandes canciones de "Primary Colours" como las iniciales “Mirror's Image” o la demoledora “Who Can Say”, sin olvidarse de la antológica e inabarcable “Sea With Sea” y terminando con ese magnífico tour de force, tóxico y pegasoso, que es “Moving Further Away”. No hubo bises y nos fuimos con la cabeza alta en el mejor momento de la noche.

El sábado comenzábamos con un calor insoportable que aún era más grande viendo que Ricky Falkner no se quitaba la chaqueta. “Nos vemos en la UCI” bromeó en su despedida. Eso no fue óbice para que Egon Soda dieran un conciertazo que certifica que han venido para quedarse mucho tiempo, como cruce posible entre una suerte de Standstill más accesibles y lo que seguirían siendo Love Of Lesbian si no se hubieran desviado entre volantazos, gritos (suyos y ajenos) y paellas. “La nueva internacional”, que sirvió como despedida, es la prueba más notable de ese espléndido mestizaje y una de las muchas canciones de su estupendo y doble segundo disco que desgranaron entre otras memorables piezas del primero como “El día del padre”.

Más tarde, a las 8 de la tarde parecía las 8 de la mañana de otro tipo de festival. Darkstar tocaban para una multitud que se amontonaba en la sombra y para unos valientes que con gafas de sol bailaban en el centro. El grupo británico desplegó su repertorio, basado sobre todo en “News From Nowhere”, que entre lo psicodélico y lo onírico, entre canciones de subidón y de bajón, construían un interesante puente entre ecos ochenteros y voces muy contemporáneas. Lianne la Havas por su parte llegaba al Día De La Música para demostrar toda la herencia neo-soul que arrastra su debut. Su directo fue una propuesta sencilla y honesta. Algunos de los temas se llenaron simplemente con su voz y un piano (“Gone”). En otros sorprendió la participación de la banda al completo en forma de coral (“Don't Wake Me Up"). El público quizás no esperaba demasiado, pero acabó entregado a la británica.
Andamos unos metros pero Extraperlo es otro viaje. A otro mundo, a otro tiempo, a otras voces y a otra estético. Batiburrillo imposible o originalidad extrema, los catalanes demostraron que su propuesta se alimenta sobre todo de la confianza del grupo en su repertorio. Su pop tropicalista y aventurero de letras envolventes y elaboradas hicieron las delicias de los muchos incondicionales que se agrupaban cantando “Ardiente figura” o “Fina vanidad”.

The Fall dieron un concierto tan caótico como necesario, tan inspirado como inconsistente. Mark E. Smith está más viejo pero eso no ha hecho reducir su mala leche y su compromiso consigo mismo y con lo que puede producir su música. Con gabardina, sin ella, con los pantalones subidos, de espaldas, sentado en una silla, boicoteando los intrumentos y amplificadores de sus compañeros, no paró ni un momento de ser él en toda su dimensión, desgranando casi por completo todos los temas de su último álbum, salvo alguna concesión (“Mr Pharmacist” en los bises). El estruendo y el furor estuvieron a la última y sirvió de resumen para sus credenciales: el punk nuestro de cada día. La actitud como revulsivo. La acritud como contexto.

El que decidió situar a These New Puritans inmediatamente después parecía hacer un guiño a la joven banda británica: pasado y presente del artpunk menos acomodado se daban el testigo sobre las tablas. Ocurre que, a diferencia de Mark E. Smith, a Jack Barnett resulta difícil imaginarlo acodado durante horas en la barra de un pub, porque todo su tiempo lo dedica a imaginar partituras que cada día resultan más imposibles e inaccesibles para el público de un festival cuya principal atracción resultó ser la cuadragésimo séptima actuación de Lori Meyers en Madrid. Conclusión: desbandada generalizada. Y ello a pesar de que These New Puritans hicieron lo más parecido a una concesión centrando el grueso del concierto en el excelente “Hidden” y pasando de puntillas por el confuso “Field Of Reels”, del que apenas interpretaron las (relativamente) accesibles “Fragment Two”, “V (Island Song)” y “Organ Eternal”. De cualquier forma, bien sea por la inseguridad con la que el propio grupo acoge su nuevo repertorio o porque definitivamente un festival no es el espacio más apropiado para una propuesta de este tipo, sus visitas hace un par de años a nuestro país dejaron mejor sabor de boca.

En lo que no cabe duda que la Organización acertó de pleno fue a la hora de elegir al grupo que puso el broche final al festival. Disclosure representan en 2013 algo muy parecido a lo que Chemical Brothers en 1995, esa capacidad para montar un fiestón dance en un contexto rockista. Aunque los sesenta minutos de “Settle”, el álbum, llegan a hacerse demasiado largos a domicilio, la propuesta en directo de los hermanos Lawrence no muestra fisuras. Sorprendentemente la hortera coartada Mayumana con la que se enfrentan al directo golpeando percusiones al tiempo que pulsan los botones del ordenador, lo convierte en un espectáculo mucho más dinámico. La dependencia de la voces grabadas la solventan con unos visuales elegantes y un truco similar al que ya utilizaron Battles en su última gira: convertir las imágenes de vídeo en improvisados solistas en los momentos álgidos del show sustituyendo así a los Jessie Ware, AlunaGeorge y compañía. El número 1 en UK les ha hecho tan fuertes que hasta se pueden permitir colar “White Noise” en la parte central del show sin que éste se resienta.

El buen sabor de boca que Disclosure dejaron en el cierre nos hizo olvidarnos de algunas carencias que ha mostrado esta edición del Día de la Música como consecuencia de la falta de presupuesto. La noticia, la buenísima noticia, que se ha salvado una edición tan complicada como la de 2013 y que el festival sigue adelante. Madrid no está tan sobrada de eventos de este tipo como para que nos podamos permitir perderlo en los próximos años.

Un comentario
  1. Hola Marley quisiera patciripar de tu programa.soy ama de casa ahora pero fui gastronomica y tube el placer de atenderte en varias oportunidades .Me haria muy feliz recordarte las anegdotas con vos a parte de que el dinero me ayudaria muchisisacuasimo.mil gracias.besitoos!!!

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