Templeton y Anni B. Sweet, pozo de virtudes
Conciertos / Anni B. Sweet

Templeton y Anni B. Sweet, pozo de virtudes

8 / 10
Carlos Caneda Fernández — 23-04-2010
Empresa — Obra Social Caja Cantabria
Sala — Teatro Casyc / Santander
Fotografía — Ernesto Castañeda Migoya

Tres ideas me vienen a la cabeza tras este concierto de Templeton. Una, que disfruto más cuando les veo en el escenario de una sala, y da la impresión de que también ellos parecen incómodos cuando se enfrentan al patio de butacas de un teatro. A pesar del poso amargo que deja su música, su propuesta es claramente festiva, y eso no termina de encajar en un ambiente tan formal. Dos, que a pesar de jugar en un campo difícil, han conseguido dar un gran concierto. El grupo ha ido limado las imperfecciones de sus directos, y cada vez son capaces de sacar más brillo a sus canciones; esas que forman un repertorio en el que los hits rotundos y las exploraciones espaciales, las melodías vocales y las guitarras de colores conviven en perfecto equilibrio. Y la tercera, que una vez más han demostrado poseer virtudes suficientes como para merecer la atención de audiencias mucho mayores. El caso es que en esta ocasión el grupo hacía las veces de anfitrión de Anni B. Sweet. Ya hace casi un año de su anterior visita a Santander, en lo que fue una de las primeras presentaciones en vivo de “Start, Restart, Undo” (2009), su debut discográfico. Esto no da una buena referencia para revisar cómo le ha sentado a esta mujer su ajetreado último año. Sigue intacta su voz prodigiosa, una caricia que transmite sutileza y sensualidad, languidez y potencia. Pero si entonces tocó en formato trío, ahora tenemos a cinco músicos sobre el escenario. Con este cambio quizá se hayan evaporado varias dosis de la intimidad que vivimos en aquella primera actuación, pero ahora su repertorio resiste mejor ante un público que ha aumentado considerablemente: gracias al éxito televisivo de su versión de “Take on me” ha pasado de atraer a unas pocas decenas de espectadores a prácticamente llenar el auditorio. Más arropada sobre el escenario, la malagueña consigue afrontar mejor su exagerada timidez. Y también consigue sortear el riesgo de que el repaso a sus canciones caiga en la linealidad. Su directo suena ahora más sofisticado, y emociona tanto en los momentos de serenidad acústica como en los de mayor fuerza. En fin, que este año no le ha sentado nada mal. Esta chica vive un buen presente, y tiene ante sí un gran futuro. 

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