Hablar poco para contar mucho
Conciertos / Nudozurdo

Hablar poco para contar mucho

8 / 10
Sergio Iglesias — 16-02-2024
Fecha — 15 febrero, 2024
Sala — Kutxa Beltza (Kafe Antzokia), Bilbao
Fotografía — Eider Iturriaga

El jueves se llenó hasta la bandera Kutxa Beltza, la parte de arriba del Kafe Antzokia –también conocido como el “Antxiki”-, para disfrutar del regreso de una de las bandas fundamentales en el indie estatal… o del rock, o del pop, o de lo que a ellos les dé la gana.

Habrá quien diga que, con este parón de un lustro, Nudozurdo han perdido cinco años, y quien diga, sin embargo, que se ha ganado una banda, porque la vuelta de Leo Mateos y sus nuevos socios ha sido por todo lo alto, con un magnífico disco bajo el brazo, que era de obligada presentación en un lugar como Bilbao, donde siempre han tenido una legión importante de fans.

Así que, puntuales, se plantaban en el escenario a las 20.15h. para arrancar un bolo de 85 minutos y 14 temas, en el que el foco estuvo puesto, como es lógico, en las canciones de la última creación de la banda, ese "Clarividencia" (Sonido Muchacho, 2024), que desborda carácter por todos sus surcos, y que muestra la actual cara de un Leo Mateos desbocado en cuanto a creatividad y sensibilidad.

Enigmática y oscura, daba el pistoletazo de salida ‘Lo que ocultan las Arizónicas’, para ir tomando el pulso a un público expectante, que se fue animando según iban pasando los minutos de un bolo, en el que los madrileños supieron mantener la atención en todo momento, incluso en temas largos como ‘Laser Love’, este perteneciente a su álbum "Tara Motor Hembra", en la que la banda mostraba su faceta más post punk, con un riff machacón, que nos va conduciendo, por una de esas historias marca de la casa, mientras su vocalista iba entrando en calor, mostrando su parte más teatral, antes de regresar a su último trabajo con ‘Carta a Nina’, descriptiva, nostálgica, y en la que Leo Mateos se luce a la voz.
Inmediatamente, pasan a repasar el primero de los temas imprescindibles de la banda que sonarían en el concierto: ‘Mil espejos’, en el que es el bajo el que esta vez va marcando el camino, justo antes de que suene un combo imbatible formado por dos canciones del nuevo trabajo como son, por un lado ‘Bisontes albinos’, y por otro ‘Elvira/Santuario salvaje’, muy rockera la primera, y oscura e inquietante la segunda, seguramente la más adictiva del disco.

La cosa seguía avanzando casi sin pausas, porque Nudozurdo son una de esas bandas que dan pocas explicaciones, para que cada uno pueda masticar las canciones, e interpretarlas a su modo, así que, salvo un breve saludo al principio, poco más dijeron en un concierto, en el que hablaron poco, pero dijeron mucho con sus canciones. Y para bajar un poco las pulsaciones, y digerir la mencionada ‘Elvira/Santuario salvaje’, sonó una hipnótica ‘Úrsula, hay nieve en casa’, que precedía a la acelerada ‘Soledad/Clarividencia’, que, a pesar de ser una de las nuevas composiciones, podría retrotraernos a los primeros trabajos de la banda.

Otro imprescindible, con aires casi discotequeros como ‘Ha sido divertido’ provoca el éxtasis colectivo, y retumba el repetitivo “Lo siento es lo único que puede decir”, cantado a voz en grito por un público que, en ese momento, ya estaba en una nube; un tema que se va embarrando al final, para dar paso a ‘La bruja’, incluida sólo en la versión física del último álbum. Oscura y épica, seguramente una de las mejores de la noche, y que encaja a la perfección con otra de esas que no podía faltar: ‘Dosis modernas’, larga y despojada de todo tipo de complejo estilístico, pasando del indie al stoner, sin ningún pudor, y atrapando sin remedio a quien lo escucha.

Se pide silencio en la sala cuando suenan los primeros acordes de ‘El diablo fue bueno conmigo’, épica composición con la que se despiden por primera vez, antes de un bis que comenzó con el cantante sumergido entre el público, para cantar ‘El hijo de Dios’, himno indie que nunca puede faltar en el repertorio de los madrileños, y que marcaba el principio de un fin de concierto que llegaría con la inquietante ‘Prometo hacerte daño’, perteneciente también a ‘Tara Motor Hombre’, y con la que cerraban un concierto casi perfecto, en el que tuvimos la oportunidad de volver a reencontrarnos con Nudozurdo, una banda única que, por suerte, está de vuelta, y esperamos que esta vez sea para quedarse. ¡Qué largos se nos habían hecho estos cinco años!

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