En la noche de Todos los Santos, en Coruña reinó, en realidad, un Diablo. Un demonio que nos invitó a toda una bacanal de Rock’n’Roll. Siempre es un día grande cuando el Loco actúa en tu ciudad. Bajo el lema de su nueva gira, “Corazones Legendarios: Grandes Clásicos en Vivo”, repasa décadas de himnos del suyo: el mejor rock patrio. Desde el primer golpe de batería del gran Laurent Castagnet, iniciando la recuperada después de mucho tiempo “En las calles de Madrid” (“dile a Pepe Risi que ya puede sonreír, él mató el silencio en las calles de Madrid”, es una de las mejores frases de la música española de siempre, no me digan que no...) se hizo evidente que no se trataba de un simple repaso nostálgico: el del Clot irrumpió con la energía de quien desafía al paso del tiempo, acompañado, como es habitual, por una banda entregada que sonó limpia, potente y visceral... como también es más que habitual.
Con ese núcleo duro formado por la dupla guitarrera Igor Paskual & Josu García, el bajo de Alfonso Alcalá y la batería de Laurent, nada puede ir mal. Como le gusta al Loco llamarles: La 101 Aerotransportada, nombre oficioso de la banda. Pero también hubo espacio para lo nuevo –ya sabemos que estamos ante “El último clásico”-, el show no recordó solo lo que fue, sino lo que aún puede ser. También es grande recuperar “Besos robados”, “Rock suave”... La atmósfera, cargada de sudor y coraje, encontró su culmen a partir de “El hombre de negro” y “El rompeolas”, extasiando con “La mataré”, cuando el griterío del respetable extendió esa frase como un fuego incontrolable.
Al final, y mientras sonaban los últimos acordes del “Cadillac solitario”, quedó la sensación de que esa recinto no había sido un simple escenario, sino un confesionario donde muchos testimoniaron su fidelidad al R’n’R. Comenzando por el propio Loco, que de voz está bastante mejor que en sus dos anteriores visitas, una vez superados los problemas físicos que durante una buena temporada le llevaron por el camino de la amargura, pero no minaron en ningún instante su capacidad de ejercer de lo que es: ¡Una puta leyenda! De nuevo, el Loco y la 101 han dejando tras de sí un Coliseum henchido de nostalgias y retos, confirmando que, más de cuarenta años después, sigue siendo necesario e indispensable. Apropiándonos del lema de los añorados Suaves… ¡Los Corazones Legendarios somos todos!

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