Altos vuelos
Conciertos / La Paloma

Altos vuelos

8 / 10
Fran González — 30-01-2023
Empresa — Low
Fecha — 28 enero, 2023
Sala — Stereo / Alicante
Fotografía — Fran González

El precedente de haber creado himnos con una soltura y una ligereza del todo impropias para una banda emergente marcaba ya el tono de esa palpable e irrefrenable expectativa grupal que se sentía en las inmediaciones de la mítica sala Stereo; algo no tan común ni frecuente de ver en la capital alicantina y mucho menos con respecto a la llegada de un cuarteto que aún no tiene publicado ni tan siquiera su primer disco. Pero poco o nada importan esos datos en estos tiempos en los que los hits corren como la pólvora y antes de que estos adopten su versión final ya cuentan con cientos de adeptos que son capaces de corear hasta sus comas. Por su parte, Alicante es una ciudad del todo impredecible en lo que respecta a la asistencia conciertil: tan pronto un gran artista tiene la desgracia de congregar a tan solo cuatro gatos, como de repente una banda novel consigue poner patas arriba la sala en la que actúa, demostrando con ello no solo su prometedora proyección, sino también evidenciando algo tan grato de ver como es la simple existencia de una cantera rockera de lo más sana en la ciudad levantina.

El que aquí suscribe reconoce ser el primero que daba por muerta la escena guitarrera en Alicante. Ni estaba ni se le esperaba, creía yo. Pero la forma en la que la gente coreaba “¡LA PALOMA!” repetidas veces, luego de que Nico Yubero anunciara el lanzamiento de su primer disco el próximo mes, calló mi boca y abrió de par en par la de la banda, cuyos miembros confesaron sin tapujos no esperarse este recibimiento en la terreta. Subirse a escena caldeando el ambiente con el “Sabotage” de los Beastie Boys de fondo nos sirvió para ponernos a tono de la que nos esperaba. Y, efectivamente, la gente poco o nada tardó en comprar ese juego de guitarrazos rápidos y letras aceleradas que inducen al brinco y a entrar en calor. A pesar de lo gélida que pintaba la noche (sí, en Alicante también puede hacer frío), los chicos de La Paloma lograron que de inmediato las chaquetas nos sobrasen y los chorretes de sudor hicieran juego con la euforia propia emanada al vocear líneas tan pegadizas y brillantes como “cuando te digo que no estoy normal, no es una broma” o con la fractura de cervicales provocada al sacar estos su lado más noise (“Polvo”).

Al grano y sin tapujos, la entrega de canciones sucedió sin unos hiatos demasiado pronunciados entre las mismas que nos permitiesen recuperar el aliento. Mientras Lucas y Nico intercambiaban sus voces, Juan rompía los platos y Tomás brindaba su último baile como bajista de la formación. Hubo tiempo para las dedicatorias, concretamente al barrio de “Bravo Murillo” y a los padres de Nico, quienes se encontraban entre la masa. Excusa que sirvió para que los asistentes se dejaran de titubeos y generasen ese esperado pogo formal que se venía cociendo desde hacía ya dos o tres temas atrás. La recepción de los cortes más recientes y poperos (“Tiré Una Piedra Al Aire”) seguía dejando estupefactos a sus propios artífices, quienes nos permitieron descubrir lo bien que maridan estos nuevos aportes con algunos de los cortes más clásicos de su discografía, tal y como evidenció ese broche final que pusieron de la mano de “Palos” y del exaltado acompañamiento grupal que convirtió un tema de originalmente menos de dos minutos en todo un fin de fiesta (catártico y absolutamente excitante, que casi acaba con la invasión del escenario). La cordura finalmente primó, pero el rock ganó, confirmando que, si se nos concede la oportunidad, en la terreta acogemos con cariño y respeto propuestas que mañana estarán llenando estadios. De Madrid al cielo, pero con escala en Alicante.

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