Flamenco universal
Conciertos / Flamenco On Fire

Flamenco universal

7 / 10
Alberto Bonilla — 01-09-2021
Empresa — Fundación Flamenco On Fire
Fecha — 26 agosto, 2021
Sala — Auditorio Baluarte
Fotografía — Javier Escorzo

“¿Qué es el Flamenco?” Bajo ese leitmotiv llegaba a Navarra una nueva edición del Flamenco On Fire, el festival que durante una semana llena todos los rincones de la geografía pamplonesa, y ahora también los de buena parte de la comunidad foral, con actuaciones de todo pelaje, quejío y duende.

Qué es el flamenco, nos interpelaban, como invitación y demostración. Como pureza y mestizaje. Y es que el flamenco es un lenguaje tan universal que puede ser de todos y de nadie en concreto. Tanto es así que empujado en su momento por unos locos entusiastas con el objetivo de brindar tributo al maestro Sabicas, genio pamplonés y gran culpable de la internacionalización de este arte, hoy se ha erigido como una de las citas ineludibles en el calendario cultural navarro. Navarra es flamenca porque tiene motivos para serlo. No solo por su pasado sino también por ese presente que reúne a lo mejor de un género tan puro como mestizo, tan genuino como innovador, en una programación de lujo que siempre cuelga el cartel de “no quedan entrada

En esta octava edición, junto a las actuaciones de Falete en Tudela, Niño de Elche por partida doble, o el trío compuesto por Pansequito, Antonio Reyes o Israel Fernández, entre otros, pudimos disfrutar de dos de sus grandes conciertos que a continuación os reseñamos:

Niña Pastori. Baluarte, 26 de agosto

Corría el año 1995 cuando una jovencísima María Rosa García García se abría paso en la radiofórmula española con ese “Tú me camelas” que inició una andadura de 25 años en los escenarios bajo el seudónimo de leyenda Niña Pastori. 22 discos editados, 4 Grammy Latino, Medalla de Oro de Andalucía… son algunos de los logros de una artista, como así la definió Manuel Martín Martín, “casi perfecta”. Y con esas credenciales y un show heterodoxo se presentó la noche del 26 de agosto en un Baluarte lleno a reventar y con aromas previos a la pandemia.
Inició su espectáculo con “Eres tan pequeña” de ese disco titulado "Ámame como soy", que pareció una declaración de intenciones de lo que íbamos a poder disfrutar. Y es que Niña Pastori ofreció un show accesible sin necesidad de demostrar que domina también más genuino del arte y por medio de canciones tan pegajosas y melódicas como ese “Amor de San Juan” o “La Habitación”, que sonaron en los primeros compases del show. Algo que no fue óbice para que en el preludio de la actuación pudiéramos disfrutar de lo más desgarrador de una voz que solo ha hecho que ganar en calidad y calidez desde hace un cuarto de siglo.

Esa predisposición a ir incomodando las inmóviles caderas en las butacas de Baluarte tuvo su constatación en el primer gran aplauso del respetable con “Válgame Dios” y los alegres coros del tanguillo gaditano “El portugués”. Pastori no lo hizo sola sino que estuvo acompañada del magnífico Chaboli como comandante rítmico, del elegante y jocoso piano de Luis Manuel Guerra, Urbina a la guitarra, las alegres voces de Sandra Zarzana y Antonia Jesús Nogaredo, Jonathan Muñoz al bajo, y Luis Dulzaides y el genio cubano Yuri Nogueira. Todos ellos se encargaron de ir cocinando una actuación completísima en la que no faltaron interpretaciones breves de grandes éxitos como “Cuando nadie me ve” de Alejandro Sanz o la infinita “Cai” que cayeron para mediados del directo.

Ese ir gustándose y esa comodidad encima del escenario tuvo su respuesta en las melodías de “Ese gitano” y “Quién te va a querer”, ambas guiadas por las voces y movimientos de Zarzana y Nogaredo, que fueron envolviendo a la audiencia pamplonesa en una amalgama de bailes y palmas con las posaderas ancladas a las butacas. Lo mismo sucedería con el despliegue rítmico de “Cuando te beso” o ese compás rockero de “La orilla de mi pelo”, revelando el motivo por el cual su flamenco siempre ha estado agarrado a las listas de éxitos. Ya en el desenlace final hubo tiempo también para los ritmos latinos que se han entremezclado siempre con sus raíces gaditanas como en “Y para qué…” o “Yo tengo una cosa” que estuvieron precedidos de una muy solicitada bulería, con la que Niña Pastori demostró su dominio de todos los registros más mestizos y transitables del flamenco popular. Un viaje notable a 25 años de trayectoria en el que Niña Pastori demostró su mejor cualidad: llevar el flamenco al público mayoritario.

Buika. 29 de agosto, Baluarte.

La mallorquina Concha Buika fue la encargada de cerrar una nueva edición de Flamenco On Fire y lo hizo arropada por Santiago Cañada (trombón y piano), Ramón Porrina (cajón), Josué Ronkío (bajo) y la guitarra invitada del gran Josemi Carmona. Consciente de su papel protagonista en la clausura del festival, Buika planteó un show inesperado, repleto de cambios, quiebros y apuestas personales que descolocaron y agradaron a partes iguales a un respetable rendido a su jovial actitud. Licencias que solo una se puede permitir cuando lleva años demostrando que es una de las voces con más capacidades y registros de nuestra música.
Tanto es así que ya en el inicio con “Soñando contigo” se produjo el primer parón por el retorno de un sonido que por lo visto no debía de estar ahí. Tras este reajuste, sonaría “Distancias”, que precedería al inicio de una actuación con virajes y conversaciones entre Buika y un público que respondía con gracia a todos sus enredos. “Con los años canto mejor pero tengo menos voz. Yo pensaba que era Whitney Houston y realmente soy Barry White” fue una muestra de las múltiples sentencias que fue regalando en un show donde Josemi Carmona solo pudo resignarse a acompañar con su guitarra un setlist previsto que no se cumplió.

Tras dedicar una de sus melodías “a todas las madres de la historia y a todo el amor que queda” y solicitar un buen ritmo del cajón en esa “Loca” de sus inicios, no tardó en desempolvar una de sus canciones míticas. En “Jodida pero contenta” la banda al completo se acabó gustando, con un Josemi Carmona dejándose llevar en el punteo, y un final en alto con esa advertencia que es “todo en la vida se paga”.

Cómoda, alegre y meciendo a su antojo a un Baluarte con aforo Covid agotado, se lanzó con un clásico de la música cubana como “No me vayas a engañar” para a continuación acabar improvisando con una “Pa todo el año” de José Alfredo Jiménez o llevar a Miguel Ríos por bulería en “Santa Lucía”. Habiendo repasado una multitud de registros vocales e instrumentales, no quiso dejar en el tintero otros géneros alegres que domina a la perfección como en “Dolor de rumba” o volver a homenajear al mexicano José Alfredo Jiménez en esa magnífica interpretación de “El último trago”.

Con “Ojos verdes” haría bueno ese mensaje transmitido al inicio de su espectáculo en el que nos contó que iba a seguir cantando al amor “porque es lo único que realmente me mueve”, y que sirvió de cierre para ese festivo final con “Me lo merezco” y el bis de “Mentirosa”.

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