El contexto de despedidas definitivas y retornos poco probables no para de darnos sorpresas durante los últimos años. El retorno/despedida de Fermin Muguruza es uno de los mayores hitos que ha vivido la música vasca, con participación récord de público en un solo concierto cantando pricipalmente en euskera. Las 30.000 personas reunidas en el Reale Arena así lo atestiguan. Resulta casi imposible deshacerse de la sensación de euforia que genera todo esto y del concierto en sí mismo. Celebremos la gesta y dejemos para más adelante otro tipo de reflexiones colaterales a este tipo de macro-eventos. Es motivo de alegría y a la vez de tristura el hecho de que se trate de un adiós, aunque todavía queden más paradas en el camino.
El concierto en sí fue un mini festival que duró alrededor de siete horas, ahí es nada: primeramente, Stepi Selektah ambientó una comienzo bastante similar a lo que acostumbra en estos casos: poca gente pero implicada, pocos espectadores pero sedientos de bailar. Niña Coyote eta Chico Tornado tuvieron una sensacional oportunidad que supieron aprovechar, aun cuando todavía era muy pronto para la masa humana que iría llegando progresivamente al estadio. Los palestinos DAM, a quienes Fermin Muguruza conoció en su tierra durante el rodaje de "Checkpoint Rock" en 2009, intentaron calentar el ambiente a base de hip-hop y proclamas reivindicativas. Mientras su gente está siendo masacrada en su tierra, los DAM quisieron aprovechar para denunciar los hechos (centenares de muertos cada semana) perpetrados por el Estado terrorista Israel.
Cuando Des-kontrol hizo su aparición, algo nos decía que aquello iba a ser grande. La sobredosis de energía y temas incendiarios tuvo su reflejo en un público, ahora sí, especialmente voluminoso y que seguía intentando entrar en el estadio, consiguiéndolo a base de esperar y hacer colas interminables. El comienzo desde “Altxa gaitezen” prometía mucho y no se bajaron de esa ola en los cuarenta minutos que duró el concierto. Intuimos que la sensación del propio grupo desde lo alto del escenario supuso un chute de adrenalina absolutamente contagiosa. Temas a toda pastilla, guitarreo ensordecedor y un cantante que metió la quinta casi prácticamente desde el principio. Empalmaron ese primer tema con “Mundu kaotikoa” y una “Bizimoduaren bagoia” que supo a gloria. Tampoco podía faltar “Skunx”, quizás su tema más explosivo y poderoso, con gran respuesta del público de las primeras filas y el pogo visualmente llamativo que desató.
La sucesión de hits potenciales no paró en ningún momento en un concierto desgarrador en cuanto a su ejecución, y emocionante en sus reivindicaciones. Tocar ante tantos miles de personas (aunque todavía no llegara a los 30.000 que estuvieron con Fermin Muguruza) debe de ser una experiencia inolvidable. “Beti elkarrekin” reforzó los sentimientos de hermandad tanto en sus incondicionales como en otros que les decubrieron esta misma tarde, y ya subidos en la ola final, el solidario con los presos políticos vascos “Burua hotz eta bihotza bero”, la exitosa “Azken bolada hontan” y su himno más reconocible: nada menos que “Duintasunez eutsi”. Un conciertazo para estimular al mogollón de gente que, en la pista, aguantaba la lluvia incesante durante horas y horas.
Rondaban las nueve y media de la tarde cuando la introducción en forma de clip “Maputxeak” nos revolvió las entrañas ante la expectativa de lo que nos esperaba: un show completo, dinámico, de tres horas de duración y unos cuarenta temas. Fermin Muguruza fue presentado por la cantante Miryam “Matah”, miembro de la banda durante toda esta gira y componente de la Kinky Beat junto al percusionista Gerard Chalart, presente también en toda esta gira mundial. Todo esto ocurría durante “Urrun”, donde se podían ver en las pantallas a los asesinados Aitor Zabaleta e Iñigo Cabacas. “Eguraldi lainotsua hiriburuan” nos seguía recordando el repertorio de uno de los conciertos que dió en Miribilla el año pasado, aunque el transcurso de los acontecimientos nos revelara después un número nada desdeñable de sorpresas. “Hay algo aquí que va mal” de Kortatu (con solo de Lide Hernando) incluído, nos dejó claro que los temas de Kortatu serían los más reverenciados por el respetable, aunque no mucho más que los de Negu Gorriak o algunos hits de su trayectoria en solitario. La fiesta entró en un camino sin retorno con “La línea del frente”, la anterior “Balazalak” y mantuvo el tipo en la menos comercial “Berlin-Ulrike Meinhof”.
La sección de viento continuó disparada (Jon Elizalde, trombón, Igor Ruiz, saxo y Aritz Lonbide, tronpeta) y muy participativa con “In-komunikazioa” y la gloriosa aunque ralentizada “Desmond Tutu”. Todo el repertorio reunía pequeños cambios adaptados a la formación actual, que a ratos resultó hasta sorprendente, aun cuando todos los matices que podamos adivinar en ellos apenas fuesen notados por el gran público, y si lo hicieron, fue para bien. “Newroz”, una de las joyas de su primer disco “Brigadistak sound system” (1999) nos hizo un nudo en la garganta, y su despliegue en imágenes en las pantallas nos hizo notar que hubiésemos preferido que las tres pantallas gigantes reflejaran más lo que estaba ocurriendo en el escenario en tiempo real. Esta situación se repitió durante todo el concierto, y a pesar de que todo el efecto visual era impresionante, también hubo muchos momentos clave expuestos en las pantallas. Juantxo Arakama de Glaukoma y Moro de Bad Sound System cantaron en un exitoso “Big Beñat”. “Azoka eguna” supuso el primero de los momentos de exhibición vocal de Lide Hernando (ex-Liher y líder de Bele). “Euskal Herria Jamaika Clash” mantuvo el protagonismo de las voces femeninas para atacar ya con un semi-pachanguero “A la calle” y “La familia Iscariote”, dos sorpresas que removieron los cimientos del estadio.
Lide volvió a asumir ptotagonismo en “Bizitza zein laburra den” para volver a Kortatu con “Nicaragua sandinista” (grande como pocos) y continuar con “Down to the river” con Olana Liss a las voces. La rápida “Black is Beltza” cedió el paso a “After Boltxebike” para arremeter después con el primero de Negu Gorriak esta noche: “Hiri gerrilaren dantza”. “Bidasoa fundamentalista”, absolutamente atronador, hizo honor a la versión original grabada en el disco conjunto de Fermin Muguruza y Dut, “Ireki ateak”, de 1997. En este tema vimos a Lide destada, aunque hay que recordar que la principal segunda voz fuera la de Myriam “Matah” en todo el concierto. “Lehenbiziko bala” de Negu dió paso al recitado de Jon Maia, que enervó a las masas. Seguidamente, otro de los momentos cumbres de la noche con la aparición de tres ex-Negu Gorriak como son Kaki Arkarazo (gitarra), Mikel Kazalis “Anestesia” (bajo) y Mikel BAP para machacarnos son “B.S.O.” e “Itxoiten”.
Xabi Solano por fin pudo disfrutar de su primer momento de lucimiento en solitario interpretando a la triki “Fandango”, realmente emocionante, para dejar paso a toda la banda con “54-46” de Toots and The Maytals y otra traca de temazos de Kortatu/Negu Gorriak, como lo fueron “Etxerat!”, “Zu atrapatu arte” y “Kolore bizia”. Gorka Urbizu fue otro de los invitados estrella, que cantó “Maravillas” de Berri Txarrak en solitario y en acústico para seguir en el escenario interpretando “Radio Rahim” con toda la banda. “Radio Rahim” quedó algo trompetera y quizás por eso gustó tanto al público. “FM 99.00 Dub Manifest” alzó mucho el vuelo para volver a dejar paso a Xabi Solano con “Internazionala” y una performance de lo más curiosa y efectiva en “Errespetua” (“Respect” de Aretha Franklin), en la que la aizkolari Oihana Barrena, hacha en mano, se dedicó a partir un tronco, terminando casi a la vez que lo hizo la canción. Impresionante. Las presentaciones vinieron con “El último ska de Manolo Rastaman”, con pequeños solos de los participantes, destacando el bajista Víctor Navarrete, Lide Hernando, la batería Gloria Maurel y la sección de viento.
“Yalah yalah Ramallah” contó de nuevo con la participación de los DAM, para dar paso a dos tonadas deliciosas como son “Txoria txori” de Mikel Laboa y “Lepoan hartu ta segi aurrera” de Pantxoa ta Peio, con la participación estelar de Lide y Xabi Solano. La fiesta subió de tono con “Gora Herria”, una auténtica explosión, y ya en el final “Sarri, sarri” la gente no cabía en sí en su gozo, con el añadido de contar con Itziar Ituño. Final impresionante, tres horas de concierto, cuarenta temas y un recuerdo constante al pueblo palestino, hoy masacrado de nuevo por Israel. La lluvia no pudo chafar la fiesta, y eso que, viendo como estaban algunas partes del escenario nos temimos lo peor. Fermin se retira a lo grande (aunque aún le queden unos bolos) y con una gesta: 30.000 personas en un solo concierto por parte de un grupo vasco, que cantó en euskera más del 75 % del repertorio.
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