El reencuentro
Conciertos / Alhambra Monkey Week

El reencuentro

9 / 10
David Pérez Marín — 26-11-2021
Fecha — 20 noviembre, 2021
Sala — Cartuja Center Cite
Fotografía — David Pérez Marín / Roberto Lorente

Alhambra Monkey Week nos prometió que volveríamos a bailar y aún nos duelen las caderas y los pies. Tres días bebiéndonos la música y rozándonos, ¡por fin!, como antes. Había mucho mono de reencuentros y festival, y ni la lluvia, ni las alarmas de incendio de bienvenida, pudieron parar la corriente de felicidad que recorrió cada uno de los escenarios del Cartuja Center Cite. Y sí, claro que echamos de menos la Alameda de Hércules, la pista de coches de choque, las salas y el ambiente callejero, pero la comodidad de esta nueva ubicación para tiempos de post pandemia, ha cumplido con creces a todos los niveles. Cinco escenarios y 70 bandas que, como siempre, nos han dejado una gustosa resaca musical que seguiremos paladeando una larga temporada.

Jueves de Mediterráneo: Sevilla encuentra su playa
Nuestro Monkey comienza el jueves con el folclore futurista de Tarta Relena, hechizándonos con sus cánticos desnudos, percusiones y paisajes celestiales sintetizados. A fuego lento, caldero central incluido sobre la llama de los sintes, nos conquistan y quedamos prendados de nuevo por dos ángeles caídos que ya pudimos disfrutar este verano en La Mar de Músicas.
Tras las enredaderas de neón tejidas a base de atmósferas electrónicas, cantos a capella ancestrales y las sonoridades barrocas de Marta Torrella y Helena Ros, aparece en escena La Chica. Con un palo santo humeante en mano, levita sobre el escenario como si fuera una juguetona hada que invita a los espíritus del bosque a un misterioso ritual, antes de sentarse y tomar los mandos de un piano de cola que hará despegar el escenario principal del Cartuja Center Cite en pocos parpadeos. La senda de misterio y magia se desborda a cada movimiento y fraseo de la artista franco venezolana, esculpiendo la primera gran muesca en la memoria de esta decimotercera edición del festival. Sophie Fustec, “La Chica”, desgrana su último La Loba (20), rezumando raíces latinas a base de tambores y percusiones tribales sobre el mismo piano, además de demostrar una intensidad y elegancia en los pasajes instrumentales que, a medio camino del jazz y la clásica, recuerdan a aquella Nina Simone que entraba en trance místico a las teclas. De esa sanadora “Agua” que cae del cielo y nos purifica en el río, llevándose las malas vibraciones y “las penas de la memoria”, con un mantra luminoso que repetimos todos sin dudarlo en la oscuridad, a la canción titular, “La Loba”, un empoderarse y renacer femenino, conectando con nuestra esencia natural más salvaje. Composición inspirada en la leyenda de la loba, de la huesera, una mujer marginada por los hombres, que no entienden el poder que posee: dar vida de nuevo. Recoge huesos y con su canto sagrado sobre ellos, les concede otra oportunidad. Esa energía magnética, impregnada en aromas naturales que nos sumergen en lo que parece un ritual de la última noche en la Tierra, nos adentra de la mano de La Chica, pieza a pieza, en una selva sonora de la que tardaremos en salir.

La noche sigue fluyendo mágicamente y el olor a mar se entremezcla con cierto azahar onírico de naranjos, en una Sevilla que se prepara para el plato fuerte de esta primera jornada. Tras aquel homenaje antológico a La leyenda del tiempo de Camarón en el Puerto de Santa María, Alhambra Monkey Week, junto a la fundación SGAE, han preparado un concierto muy especial para rendir tributo al que quizás sea el mejor disco de la música popular española, Mediterráneo de Joan Manuel Serrat. 50 años de historia y la fiesta continúa, con Los Estanques como banda base e Iñigo Bregel como director de orquesta al piano. Así, con una expectación creciente en una sala ocupada por varias generaciones, padres que traen a sus hijos e hijos que traen a sus padres, salen Los Estanques de etiqueta y Luis Regidor, micro en mano, es el elegido de pintar de azul la noche con “Mediterráneo”. Desde la primera nota y el primer verso, Sevilla encuentra su playa y se sumerge en un karaoke de felicidad colectiva continua. Los nervios de los músicos se templan nada más pisar las tablas y el disfrute y química es total, con Los Estanques bordando cada arreglo adaptado para la ocasión y salvaguardando la esencia original de la obra, muy bien acompañados en todo momento por el violín y viola de Anika, la trompeta y el fliscorno de Luis Soler, y la guitarra de Luis Regidor.
La épica y compromiso lo pone Dani Llamas, bordando y viviendo como pocos su dos interpretaciones, primero “Pueblo blanco”, marchándose con el puño izquierdo levantado del escenario, y galopando después junto a Don Quijote y todos los “Vencidos” en el poema de León Felipe. Aire tomamos con la languidez morfínica de Rebe y una “Qué va a ser de ti” que le viene como anillo al dedo y la hace susurrantemente suya.
Si en “Barquito de papelAnni B Sweet desprende luz y calidez a borbotones, en su “Lucía” alcanzamos una de las cimas más bellas de la noche, desatando más de una lágrima y algún que otro nudo en la garganta entre un público rendido a la malagueña. Anni también es copratagonista a los coros de “La mujer que yo quiero”, con Carlangas al mando, que se despista por momentos, pero que reconduce la situación con carisma y aptitud. La dulzura y sensibilidad de María Rodes nos cala hasta los huesos y mece hasta a la luna en una espléndida “Aquellas pequeñas cosas”. Y Raúl Rodríguez, guitarra en mano, desata serotonina a mansalva con otra de las joyas de la corona, “Vagabundear”, haciendo tándem a la perfección con Los Estanques en una de las interpretaciones más enérgicas del homenaje. De los fuera de carta gourmet destacamos “La Saeta” en la que, a Miguelito García, de Derby Motoreta's Burrito Kachimba, no le hace falta escalera para subir al madero, romper el techo con su voz y hacernos ver el cielo estrellado sevillano. Poderío y emoción en una pieza que pocos se atreverían a interpretar a tumba abierta. De Machado también es otro de los bonustrack de la noche que más brillan, un “Cantares” con Luis Regidor, Anni B Sweet y Los Estanques a por todas, más un “Fiesta” en el que Bregel y la banda queman las naves y vuelan muy alto.
El reto era más que difícil y hasta Serrat se habrá echado un bailecito con las buenas vibras que le habrán llegado. Sevilla encontró su playa sonora mediterránea esta noche y menudo baño nos hemos dado.
Aún quedan náufragos en pie y la última ola del jueves la cogemos con el surrealismo rumbero de Paco Moreno que, entre bromas, alarga la fiesta con su cancionero y genuino estilo.

Viernes y “es mejor con gente, ¿no lo ves?”

Tras el baño y resaca mediterránea, nos acercamos a la mesa redonda “Aquí hay jaleo: las nuevas voces del flamenco”, donde Rocío Márquez, Rosario La Tremendita y Álvaro Romero como protagonistas (todos con jugosos y transgresores trabajos en proceso), hablan sobre la voz del flamenco y las suyas propias, además de, entre otras cosas, los pros y contras que han encontrado en el camino. Tres artistas valientes y faros que alumbran nuevos caminos para seguir avanzando.
¡Y qué bien se come en Sevilla! Tras recargar baterías, volamos al Cartuja Center Cite para darle fuego a la mecha de esta segunda jornada que, en nuestra ruta personal, comienza al sol con los ecos power-pop de Nadie Patín, seguida de la energía juvenil de Las Dianas, que encandilan rápidamente al público a base de frescura melódica, letras post adolescentes y contagiosa alegría. Se las ve cada vez más seguras y disfrutonas en directo, sacándole brillo a los surcos de su debut Lo que te pide el cuerpo (21). No faltan temas como “Beef Mac” o “Todo el mundo miente”. Siguiendo esa brisa fresca de pop sesentero revisitado, bailamos algún que otro hit de la mano de Adiós Amores, que hacen que, bajo sus dulces cantos de sirenas de otro tiempo, toda cadera se contonee con la pegadiza “Charlotte” o la más revolucionada y atmosférica “La fuente”.

Ya sabéis que aún estamos perfeccionando el desdoblamiento, pero sí que nos teletransportamos con facilidad y picoteamos por varios escenarios antes de plantarnos en otros: Nos dejamos llevar por las oníricas atmósferas de synth-pop de Sofía, echamos un baile con Cosmic Wacho al aire libre, a base de cumbia urbana y psicodelia caribeña en vena, y nos metemos en el primer pogo bajo los ritmos de power-pop guitarrero de Diamante Negro, con cierto regusto a Camellos y La Plata, con su último Deseo querer (21) bajo el brazo y un par de EPs en la recámara. Salimos tarareando eso de “Mi sueño es tocar en KEXP, pa, pa, pa, papapapaa”. Les cogemos la matrícula también a las asturianas Viuda, que con su EP homónimo y tras escaparse de una película satánico-cañí de Alex de la Iglesia, nos conquistan con su after-punk y adictivas pinceladas folklóricas. Pero si de raíces hablamos, esta vez la verbena vienen enredada en cables y sintetizadores a cargo del dúo extremeño Ruiseñora, que también vienen con EP nuevo y humeante, Jara (21). Ya pudimos disfrutar de Elia y Atilio en el Monkey de pre-pandemia, con Sole Parody de invitada, junto a la que han colaborado en varias ocasiones y este mismo año han lanzado un par de canciones. Y justo llegamos a la sala cuando suena una de ellas, “Palio”, y nos unimos al desfile religioso sin pensarlo, en esa encrucijada de rave y dream-pop hipnótico que tan bien manejan.

Pillamos algún rayo de sol de Un verano invencible (21) con Unidad y Armonía, que dejan muy buen sabor de boca entre los presentes, con su “Soy una nube” incluido junto a Adios Amores, que suplen para la ocasión a nuestras amadas hermanas Morente. Nos dejamos llevar unos minutos por el Jim Morrison malagueño, Sarria, con el que ya disfrutamos plenamente de su debut homónimo en directo en el Brisa festival hace pocos meses. Rock and roll actitud y mucho carisma sobre las tablas, del “Gitana” inicial, pasando por su último “A tu vera” y The Beatles y los Stones in the air. Y volvemos a teletransportarnos para sudar veneno del bueno con La URSS que, con su frontman al frente, Áfrico (Ian Curtis e Iggy Pop bajo las alas), desatan una tormenta oscura punk y pogos mil en cada eléctrica embestida.

Pero es justo a media tarde cuando caemos rendidos a los pies del gran José Guapachá (documental en proceso, atentos) junto a su espectacular banda Radio Huachaca, donde encontramos al omnipresente y carismático Sebastián Orellana, a la eléctrica y como maestro de ceremonias. “El lugar donde descubrir hoy la música del mañana” reza como lema del Monkey y así es, porque este ex boxeador amateur, ingeniero agrícola que lleva décadas y décadas cantando en cabarets y en las calles, don José Guapachá, de 82 años, por fin grabó su primer disco. Nadie saca magia de unas maracas como él, ni revisita, con una voz que viene de vuelta y sigue con el fuego intacto de sus primeros días, boleros que esconden y desvelan el camino del amor y el desamor que recorremos “alguna vez” en la vida. Así nos deja huella en cada interpretación de clásicos atemporales como: “Sin un amor”, “Te he engañado corazón” o “Escríbeme”. Forever young, Don José.

Otro nombre propio que siempre juguetea con lo sobresaliente y para el tiempo a su antojo, es el gran Ferran Palau, que nos hizo flotar y olvidarnos de todo lo demás con ese fraseo y atmósferas envolventes marca de la casa. Recorrió sus últimos trabajos y no faltaron piezas donde nos quedaríamos a vivir la eternidad y un día: De “Serà un abisme” de Blanc (18), a que “Què serà de mí?”, “Flora” o “Univers” de Kevin (19), pasando por la brillante “Perfecte”, “Lluny” y “Reflexe”de su último, hasta la fecha, Parc (21).

Una al vuelo de Chaqueta de Chándal, que reparten cera desde el primer segundo, y vamos en busca de los cabeza de cartel del día, Mujeres. El trío barcelonés de punk garajero y resplandores melódicos, lleva más de una década haciendo saltar chispas en cada directo, y hoy, tienen muy clara la buena nueva que vienen a proclamar en este Alhambra Monkey Week 2021: “Es mejor con gente, ¿no lo ves?”. Y sí que lo vemos, desde el primer acorde hasta el final, un despiporre y fiesta continúa en busca del tiempo perdido. Pogos, bailes, el público tomando el escenario y la banda entre el público en una comunión y diversión sin pausa. Balaceras de felicidad con pildorazos como “Tú y yo”, “Es mejor con gente”, “Besos”, “Vete con él” o ese “(Un)sentimiento importante” en el que vuela la gente una y otra vez. Se me ocurren pocas bandas que dispongan de una artillería de himnos tan espectacular y directos como Mujeres. Sudor y alegría compartida en uno de los conciertos más esperados de este año.

Kokoshca salen justo después (antes cantó Amaya con Yago “Te sigo esperando”) del terremoto de Mujeres y cierran el escenario principal a base de estribillos que nos persiguen en una nueva tromba de hits que no cesa. Le dan un buen repaso a su sobresaliente Kokoshca (21) y no falta ese reencuentro y deseo de rebobinar en “Regresando a la ciudad”, la pegadiza “Voy a salir de esta”, o ese “Himno de España” rebosante de compás, que juguetea con la rumba y el funky pop. Otra de las bandas que siempre se dejan la piel en el escenario y nunca hay que perderse. Por mucho que resuene en nuestra cabeza el explosivo “No volveré”, siempre volveremos.

Los más valientes saben que si quieren conocer una pieza fundamental de todo Monkey y quemar el último cartucho de cordura y diversión que les quede, tienen que dejarse morder por Los Jaguares de la Bahía, con Paco Loco como astronauta que muy posiblemente flote, sin traje, sobre los elegidos, hacia una nueva galaxia o para salvarnos de algún Armagedón en su vaporcito espacial particular… Estuvimos allí y las lagunas son océanos. ¡Larga vida a los Jaguares!

Sábado de lluvia, labios negros y parranda sonora

Alhambra Monkey Week comienza a dejar sus huellas y los cuerpos y mentes se resienten… Pero tantas ganas de música tenemos, que pillamos un taxi casi una hora antes de que empiece todo. La taxista nos ofrece alternativa y no hay mal que por vermut no venga.
Y ahora sí, tomamos posiciones para la imprescindible y mítica Batalla de bandas, tras el relevo de nuestra querida Paula Quintana (Capitán Demo) a Gustavo Iglesias, que este año lleva las riendas totales del concurso, con la ausencia (aunque siempre presente) de Ángel Carmona.
Como siempre, una fiesta gratuita mañanera que no te puedes perder, con paella de fondo incluida y que ni la lluvia puede con ella en esta edición, con la organización rápida al quite, reubicando a la perfección todos los conciertos del escenario exterior, al interior del Cartuja Center Cite. Todas las bandas de este año se dejan la piel, pero nos vuelan la cabeza los ganadores (guitarra Gibson para ellos), los aragoneses Rosin de Palo, con su mezcla de free jazz y pop-rock alienígena, que deja al personal que abarrota el escenario del cubo con la boca abierta. Mención especial también para Las Dianas, que se llevan la “plata” y pasan a formar parte de la “Promoción 22 de Radio 3”. Además, nos encanta la versión rompedora del “Soledad” de la Oreja de Van Gogh que se marca Niña Polaca, la valentía y genialidad de Grande Amore, que se hace a capella su hitazo “Esta pena que a veces teño”, o la afilada brisa de las Shego con “Vicente Amor”. No me olvido de la aparición estelar del grande entre los grandes, Kiko Veneno, que nos bendice con el “Volando voy”, o de la frescura de Morreo y La Paloma, y la gresca que reparten Juárez y Tiburona. Enhorabuena también a los no nombrados que ya vimos o veremos a lo largo del día de hoy.

La primera banda de la batalla de Radio 3, precisamente, es una de las propuestas que teníamos apuntada a fuego para no perdernos en nuestra ruta particular, y a ello vamos, a por Emilia y Pablo. Caímos rendidos ante su debut Territorio de delirio (21) que hoy presentan por todo lo alto junto a su percusionista Iván Mellén. La magia no se hace esperar y la poesía baila y se hace carne en cada una de las canciones, dejando que transpiren por cada aleteo salvaje las raíces y latidos del folklore latinoamericano. De “Flores muertas” a “Belleza antigua” o “La negra Atilia”, en cada baile, rasgueo de cuerdas y fraseo, el dúo chileno se funde y nos arrastra a su hoguera sonora en una suerte de ritual que no queremos que finalice. Una muesca más para esta edición.

Tras Emilia y Pablo vamos a por otra banda a la que le teníamos ganas en directo, Juárez, que dan otro de los conciertos más potentes de la jornada, tirando de algunas de las nuevas canciones que han lanzado como adelanto y recorriendo su último largo hasta la fecha, Entre palmeras (20). Orbitamos alrededor de cada tema y ardemos en “El sol en movimiento”. Quedamos a la espera de que vea la luz su siguiente disco. Ganazas.

Antes había empezado nuestra ronda rápida: Subimos las escaleras mecánicas hasta la última planta y el ambient envolvente y sofisticado de los Hnos Munoz nos recibe con cierto compás flamenco atmosférico, más ese latido de r&b urbano y futurista que llevan en la sangre. Bajamos y, si México lindo ya no hizo este verano una marca en el corazón cuando descubrimos a Silvana Estrada en La Mar de Músicas, hoy nos cae otro regalo del “cielo Alhambra Monkey Week” con la joven Valeria Jasso (apunten, y a Silvana también, si es que aún no la conocen). Prendados de su voz y con la facilidad que entrelaza folclore y tropicalismos brumosos. De “Celeste” a su reciente “Alma”, Lady Jasso, pura luz en la oscuridad.

Seguimos con vuelta de reconocimiento express y nos sorprende gratamente el guitarreo y fiesta que se trae el jerezano inclasificable Ghouljaboy, con la última planta a reventar y todas las caderas en continuo movimiento, a ritmo de dreamcore, neo psicodelia pop y mucha fantasía sonora; pero sí de bola de espejos hablamos, esa te la monta y hace girar en un plis plas Nuno Pico de Grande Amore, esta vez con sus sampleados y bases echando humo, a base de electro-punk y mucha personalidad. Hemos encontrado al hermano pequeño, gallego y bastardo, de los Beastie Boys, con LCD SoundSystem en vena y una tormenta eléctrica en el pecho. Ojo.

Rebajamos pulsaciones con el post-punk nihilista y ochentero de Depresión Sonora, en la onda morfínica y bailonga de El último vecino, pero con sello propio. Y hacemos un alto en el camino con los portugueses Sereias, una banda que escupe jazz-punk de una forma tan vivamente enfurecida, que hace aullar de placer a Allen Ginsberg allí donde esté. Pero la cosa no queda ahí, sino que vienen acompañados del poeta portugués António Pedro Ribeiro, que nos recuerda físicamente y en su genial locura al mismísimo Daniel Johnston, eso sí, más político, catártico y radical en su cantar de versos y fuego. Les seguiremos la pista como si la vida se nos fuera en ello.

Los granaínos Elemento Deserto encienden la mecha de su psicodelia fronteriza y conquistan la sala de principio a fin. Brillan especialmente, con esos punteos de guitarras tan Wilco y con la banda al completo empujando y tejiendo paisajes hasta despegarnos del suelo, los temas de su segundo y brillante Los Montes en llamas (19). Además, siembran el discazo que se avecina con nuevas coplillas de azufre y pantano, como la novísima “El mambo del ansia” o esa lyncheana “Cochinilla blanca” que se marcan con Seabastián Orellana como colofón del bolo.

Otro tándem que se lleva medalla hoy, es el formado por nuestro Álvaro Romero & Pedro Da Linha, que revientan el escenario del cubo a base de electrónica y folclore hispano portugués, con el quejío flamenco de Álvaro y Da Linha a los mandos espaciales. Folktrónica jonda que no deja títere con cabeza en una rave que se abraza con verbena y feria por momentos. De “La liebre” que funde sevillanas corraleras con club berlinés, a esa malagueña de Chacón de “Se me apareció la muerte” en la que baila hasta la parca, guadaña en mano, al son de gaitas electrónicas. Otro disco que promete muy mucho.

Con el ritmo Romero y Da Linha aún en el cuerpo, bailamos una cumbia en la fiesta mayor que Ortiga (nunca falla) tiene montada y nos perdemos rápidamente en el “Triángulo de las Bermudas” que va de Tiburona, a Rata Negra y los Rosin de Palo. Las primeras le inyectan en la yugular a la noche su garaje yeyé y ponen la sala boca abajo, presentando su Sola y feliz (21) a golpe de fuzz y punk castizo; fuego camina conmigo y allá vamos, de trío a trío y una ametralladora nos recibe con ráfagas punk de la mano de Rata Negra, para finalizar con la cabeza rodando por los suelos con unos enmascarados que rezuman hardcore-funk jazzístico de otro planeta, Rosin de Palo. El dúo zaragozano termina por grabar su nombre a fuego en esta decimotercera edición con otro directazo para el recuerdo.

Con la batería vital parpadeando, cogemos posiciones para disfrutar de un grupo cien por cien Monkey, los cabeza de cartel de este año, los americanos Black Lips. Escenario principal hasta arriba y los de Atlanta salen a por todas, con un bidón de gasolina en una mano y en la otra una caja de cerillas. Teatralidad glam y garage rock afilado sin tregua, levantando el pie del acelerador solo con las piezas más country de su magnífico y último trabajo, Sing in a world that’s falling apart (20). Comienzan arañando con “Sea of Blasphemy”, garaje punk con el que abrían su Let it bloom (05), y ya ardiendo, gasolina va y gasolina viene. Especialmente explosivas suenan “Family tree”, “Can’t hold on” o la pegadiza “Cold hands”, para volver después a los inicios de los inicios con la hipnótica versión de “Hippie, hippie, hoorah” de Jacques Dutronc y una “Dirty Hands” previa que se corea de Sevilla al Puerto de Santa María. Del último trabajo con sabor a western garajero suenan ocho de doce, con cabalgadas como “Georgia”, la más adictiva y loca “Angola Rodeo”, con Zumi Rosow escupiendo llamaradas por el saxo, o la orgía vocal colectiva en ese mágico “Get it on time” inacabado de la Velvet que les vale una vida extra o lo que quieran. En la traca final volamos por los aires con “O Katrina!”, “Stranger” y el “Wild man” final de sus amados The Tamrons. Puta maravilla.

El cuerpo no nos da para más, pero antes de desfallecer, nos asomamos a la fiesta de Rocío Saiz y, como estamos en Sevilla, nos despedimos pillando por los pelos una marcha semana santera con electrónica ravera bajo palio a cuenta de Pirámide.

Con fiebre y un resfriado de campeonato escribo esto. Pero no, no, no estaba muerto, estaba de parranda en el Monkey, ¡y cómo lo necesitábamos!

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