La noche del jueves en A Coruña ofreció, de la mano de Directos Vibra Mahou, dos propuestas que se complementaron estupendamente. Filloas tuvo la siempre difícil tarea de abrir la velada, con un set breve pero bien planteado que le permitió conectar con aquellos valientes que habían decidido entrar temprano a la sala. Para quienes ya lo habían visto antes, el suyo fue un show en donde la evolución (y la de su compañera de escenario Paula Ferraz) resultaron palpables. Juntos demostraron que se puede escribir y reflexionar sobre la vida desde una óptica ligera y disfrutable, pero sin perder profundidad y autenticidad. Su presencia fue el excelente preámbulo para el huracán emocional que llegaría a continuación.
Por su parte, Barry B salió al escenario acompañado de una banda que se reveló como aliada perfecta. Lo hizo para confirmar lo que ya se dejaba entrever en su disco “Chato” (Universal, 24) o en el más reciente estreno de “Infancia mal calibrada”: su música ha trascendido lo urbano para abrazar unas guitarras y una batería que lo acercan más a un sonido que, en cierta manera, coquetea con el rock más visceral. Desde los primeros acordes quedó claro que en su concierto se va a gritar, cantar y sentir las emociones que el propio artista vuelca en sus composiciones. No existe la opción de la indiferencia.
Todo sucedió de forma directa, sin artificios ni concesiones. Hubo momentos para introversión y sensibilidad... y también para lo salvaje y la locura. El público respondió desde el primer minuto, coreando cuando tocaba y dejándose llevar por la emoción cuando el momento lo reclamaba. Una secuencia amparada por un setlist que, a pesar de los apenas cuatro años de vida del proyecto y un único disco en el mercado, evidenció que Barry B cuenta con un repertorio sorprendentemente sólido. A favor, también, que los temas más antiguos se reinterpretaran para acercarse a esos últimos estrenos que tan bien suenan en directo. El artista está, sin duda, en un gran momento creativo tras canalizar la sensibilidad que tanto lo caracteriza hacia un directo que resulta muy físico y visceral.
El broche lo puso la aclamada “Yo pensaba que me había tocado Dios” como cierre. No hizo falta la presencia de Diego Ibañez de Carolina Durante, con quien comparte la versión de estudio, con los presentes asumiendo perfectamente su rol hasta llevar el tema a lo más alto. La noche evidenció que Barry B tiene mucho que decir y que, aunque su carrera “apenas” esté dando sus primeros pasos, tiene un largo recorrido por delante. Su directo es una experiencia que merece la pena disfrutar, de esas que sirve para confirmar a sus fans más acérrimos lo que ya saben y que, de cara a los posibles casuales, quizá les ayuda a añadir un nuevo artista a su lista de favoritos.
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