Ya es mala suerte publicar un cómic sobre los encontronazos culturales de una española en China en pleno mes de marzo de 2020. Menudo año, menudo mes, menuda mierda. Elisa Riera venía de editar “El futuro es brillante” (19), donde combinaba los fracasos emocionales con las sorpresas inevitables de sus primeras incursiones en China, trasladando las anécdotas Instagrameras a papel, con merecido éxito. Ahora se centra en sus periplos interminables a China, país-universo-estado de ánimo que este año hemos nombrado más de lo que podíamos imaginar. Riera es la laowai, la extranjera, la extraña que, a su pesar, viene y va con las cejas arqueadas de extrañeza, impaciencia y agotamiento.
Acompañada de su fiel “hermana”, la intérprete Esme, Elisa viaja y viaja por el gigante asiático sin acabar de comprender jamás cómo son sus habitantes, sus costumbres y sus ritmos. Nada es fácil a pesar de que ella ya lleva años visitando el país por motivos laborales intentando aplicar sus curiosas costumbres –o como mínimo no exportando las suyas propias– para no sufrir más de lo deseable, porque China y los chinos viven en un estado de ánimo más que en un universo, y una occidental poco tiene que aportar, solo debe dejarse llevar, casi sobrevivir, go with the flow.
Riera y los gaps culturales consiguen sacarnos más de una sonrisa desde estas páginas que leemos recostados en nuestros sofás, espacios mágico-pandémicos que hoy más que nunca representan la necesaria evasión que todo cómic debería provocar. Todos, más que nunca, somos laowais hasta en nuestras propias casas.
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