Una buena persona

El conocido actor de la serie "Scrubs", Zach Braff, alimenta su prolífera carrera como director con una nueva cinta, "Una buena persona (A good person)", que se suma a su filmografía de cierto renombre donde podemos encontrar títulos como "Algo en común" (2004) o "Un golpe con estilo" (2017), todas ellas con Zach a los mandos. En este caso, vuelve con una película la cual no va a dejar indiferente a nadie, un melodrama denso, cargado de escenas que buscan romper al espectador, pudiendo resultar un material pesado para gran parte del público que no conecte con la historia, pero que también puede emocionar y destrozar con su visionado a partes iguales.

La trama de la cinta, estelarizada por Florence Pugh y Morgan Freeman, gira en torno a la pérdida en común que tienen Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, y Daniel (Morgan Freeman), el padre de su prometido. Partiendo de esta pérdida, la película navega sobre temas como la pérdida, la culpa, el destino, el perdón y las diferentes formas que existen de luchar ante las adversidades, centrándonos en el enfoque destructivo que ha decidido adoptar Allison. Y es que, a pesar de repetir escenas de películas ya vistas en el género, es la pareja de protagonistas la que eleva la cinta, dejándonos escenas emocionantes y reflexivas a partes iguales, además de dos actuaciones recordables.

Como decía en la introducción, es una película que no es recomendable para todo el público, solo te la recomendaría si buscas un drama de los de antes, mil y una vez vistos, pero muy efectivo. En mi caso, como dije, quizás gracias a la pareja protagónica logré conectar con la cinta, algo que no me ha pasado con dramas recientes como "Toda una vida en un año" (2020) o "Blue Bayou" (2021), pero aun así el metraje, de aproximadamente dos horas, se hace ciertamente alargado por momentos, teniendo notables descensos de ritmo, dentro de que el propio ritmo no es el punto fuerte de la cinta.