Tenéis que venir a verla
Cine - Series / Jonás Trueba

Tenéis que venir a verla

7 / 10
Luis M. Maínez — 06-07-2022
Empresa — Los Ilusos Films
Fotografía — Fotograma de la película

Tan real que la etiqueta de ficción se ha despegado un poco y está sujeta con pinzas, “Tenéis que venir a verla” es un relato breve de amistad y convivencia entre parejas en la treintena, cuya receta, con una pizca de Carver y un toque de Linklater, no es novedosa pero sí encantadora.

Jonás Trueba es un tipo inteligente que sabe en qué mundo vive y, sobre todo, en qué ciudad. “La Virgen de Agosto” ya posaba su mirada sobre un Madrid que solo viven los muy de Madrid (y ni siquiera), y ahora proyecta los miedos y virtudes de esa adultez primera a la que se aboca la clase media que vive en la capital y que, llegado el momento, muchas veces se divide entre La Latina o Malasaña y los pueblos y ciudades dormitorio de la periferia. Dos formas de entender la madurez que nacen de una misma búsqueda inicial ante el estilo de vida que veíamos en las series y películas con las que crecimos. Ahora el velo ha caído y mantener la ilusión de vivir para siempre en pisos bonitos en pleno centro donde envejecer de forma elegante parece más una ilusión de mago (mentirosa) que una ilusión real.

“Tenéis que venir a verla” juega inteligentemente con el título para que vayamos a verla aunque no tiene nada que ver con una propuesta metafísica (¿o sí?). Jonás Trueba expone esos retales de nuestras vidas, nada heroicos, que sin embargo conforman nuestros días, tejiendo lo que somos más que cualquier acontecimiento singular: los grandes relatos solo sirven para explicar desde el pasado, los días corrientes son los que sirven para explicar nuestro presente. Esto lo sabe bien el director, que opta por una narración sencilla y sin estridencias que, curiosamente, falla únicamente al principio, cuando presenta a los cuatro personajes con un plano fijo que, sobre el moodboard, queda bonito pero que no sirve para nada. Cuando se trata de una película de una hora de duración –colinando con el mediometraje– cada minuto debería estar al servicio de la narración, aunque, como es este caso, no cuentes nada. Esto lo sabía Carver, claro, y probablemente lo sepa también Jonás Trueba, aunque halla fallado puntualmente.

Una película ideal si te gusta el cine y tienes una visión de vida cargada de optimismo y melancolía al mismo tiempo. “Tenéis que venir a verla”: pues sí, claro, pero que sirva para pensar después hacia dónde estamos yendo y hacia dónde queremos ir. Hay mucho por detrás de la primera capa de conversación. ¿Somos tan insignificantes que no merece la pena preocuparse mucho por nuestro futuro o sería eso lo que nos volvería insignificantes? ¿Merece la pena criar hijos en un mundo como el que viene? Intento imitar a la película como la película imita a la vida; que también en esta crítica, sean más las preguntas que las respuestas.

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