El cartel de la última película de Todd Haynes remeda el de “Hable con ella”: los rostros de las dos actrices protagonistas, Natalie Portman y Julianne Moore, ocupan toda la imagen, como lo hicieran en el de la cinta española los de Rosario y Leonor Watling, utilizando solo dos colores, el azul y el rojo, uno para cada una. [Nota: Haynes perdió el Oscar a Mejor Guión por “Lejos del cielo” en favor de “Hable con ella”].
Comparando las dos películas no se ve una conexión aparente. Sus historias son diferentes, así como la importancia del protagonismo femenino. Ahí incluso podríamos decir que está más justificado el cartel de la cinta americana, ya que “Hable con ella” era un film sobre la amistad masculina, ausente en el afiche patrio. El estilo también las separa, incluso las contrapone: la elegancia cerebral de una y el regodeo emocional de la otra, la que nos ocupa.Sin embargo, hay un elemento que las hermana: el sustrato sensacionalista que esconden sus argumentos. Una violación, allí; una relación sexual con un menor, aquí. La diferencia, otra vez, es el grado de riesgo que toma cada una de ellas.
La llegada de una actriz –Portman, espléndida– al supuestamente tranquilo hogar de una mujer casada –Moore, precisa– con un hombre que fuera, años atrás, su alumno adolescente le sirve al cineasta para indagar en la parte oscura del ser humano, así como dar una versión menos idílica de la mente actoral y de la práctica interpretativa. Sin embargo, y pese a un guion calculado, al clima enrarecido que se transmite, a las esquinadas interpretaciones y a la reutilización incómoda que se hace de la música de Michel Legrand del clásico "El mensajero", le falta a este film la turbadora capacidad de hacernos dudar de lo indudable
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