Mandíbulas
Cine - Series / Quentin Dupieux

Mandíbulas

7 / 10
J. Picatoste Verdejo — 01-07-2021
Empresa — Chi-Fou-Mi Productions

Quentin Dupieux, el cineasta del sinsentido como Antonioni lo era de la incomunicación, ha limado su furia creativa desde que se iniciara con propuestas marcianas como “Rubber”, sobre un neumático asesino, o la libérrima hasta la extenuación “Wrong”, que llevaba al extremo sus convicciones sobre lo arbitrario del absurdo cotidiano. No es que ahora el cineasta y músico francés se haya convertido al neorrealismo, ni mucho menos, pero sabe concentrar sus esfuerzos en torno a una sola idea central.

En “Mandíbulas” ese núcleo argumental, tan excéntrico como las anteriores premisas en su carrera, es el descubrimiento de una mosca gigante por parte de dos granujas de medio cerebro, quienes, como todo humano que se precie, tengan la capacidad intelectual que tengan, son incapaces de considerar el hallazgo sin pensar en el beneficio personal que les pueda reportar. La conclusión es sencilla para esas mentes pensantes del todo únicas: si la amaestran podrán encargarle que robe lo que quieran sin que ellos se manchen las manos. Un nivel insólito de explotación animal.

Dupieux baña la imagen en un agradables tonos pastel y sitúa la acción en días soleados y mayoritariamente en espacios abiertos. Todo lo contrario de lo que imponen los cánones de los géneros de terror o de ciencia ficción en los que, a priori, ese punto de partido encajaría. Sin embargo, el film naturaliza el descubrimiento del invertebrado y apenas le da relevancia a lo que fuera de la ficción sería un acontecimiento extraordinario, lo que redunda en la visión del cineasta acerca del mundo como un lugar en el que todo es posible. Dupieux no tiene ningún interés en cuestionarse siquiera el origen o la procedencia del díptero monstruoso y no le da mayor importancia que a otras situaciones absurdas que suceden en el film, como el macguffin que convierte “Mandíbulas” en una road movie: la pareja ha de hacer entrega de un maletín misterioso, otro juego frustrado con los tópico de los géneros, en este caso, el cine negro.

Premiada en el último festival de Sitges al Mejor Actor –la pareja Gregoire Ludig y David Marsais, desconocidos entre nosotros, pero populares en Francia como dúo cómico, los Palmashow–, “Mandíbulas” es un entretenimiento simpático, con momentos graciosos pero no hilarantes, una comedia sobre la amistad plagada de ideas interesantes que no acaban de ser desarrolladas, como la noción de duplicidad que salpica el metraje más como ocurrencia que como discurso. Una asignatura todavía pendiente de Dupieux: dotar a la originalidad de contenido.

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