Pinocho de Guillermo del Toro
Cine - Series / Guillermo Del Toro

Pinocho de Guillermo del Toro

8 / 10
J. Picatoste Verdejo — 25-11-2022
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la película

Es sorprendente la fascinación que todavía genera la figura de Pinocho ciento cuarenta años después de su creación. Hace apenas unos meses se estrenaba en la plataforma correspondiente una versión de ficción con Tom Hanks como Geppeto, personaje que en 2019 fue encarnado por Roberto Benigni, quien a su vez había interpretado al títere sin hilos en otra cinta dirigida por él mismo en 2002. Y así podemos ir atrás en el tiempo hasta 1911 (con un terrorífico primer film mudo de Giulio Antomoro) en más de medio centenar de producciones de todo tipo en torno a la creación de Carlo Collodi. Sin embargo, ninguna ha podido superar (o siquiera emular) el impacto popular del clásico film de animación de Disney de 1940 que imprimió en las retinas de espectadores presentes y futuros el aspecto cinematográfico del personaje. Hasta que ha llegado Guillermo del Toro.

El cineasta mexicano ha conseguido la cuadratura del círculo: el respetuoso reconocimiento de la figura modelada por Disney, alterada a la vez con modificaciones inteligentes –la historia transcurre durante la II Guerra Mundial–, a veces desafiantes –ese Pepito Grillo que en el original literario de Collodi no era tan importante como en el film de 1940 y que aquí aparece avejentado, baqueteado y azul en contraste con el dibujo verde de Disney– y la implementación del mundo propio del cineasta hasta el punto de poder decir que Pinocho ya forma parte de las criaturas de otro mundo del universo Del Toro. Además, recupera la atmósfera malsana del film de Antomoro y nos recuerda a la anterior cinta del director, “El callejón de las almas perdidas”, a través de una feria ambulante, espacio del villano de la cinta.

Solo hay un aspecto débil en este brillante film. En otra conexión con el clásico de Disney, este Pinocho es musical –compone Alexandre Desplat–, pero, a diferencia de aquella –que fue doblemente oscarizada en ese apartado–, las canciones no destacan y no permanecen con el espectador tras la proyección.

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