M3GAN
Cine - Series / Gerard Johnstone

M3GAN

5 / 10
Daniel Grandes — 17-01-2023
Empresa — Universal Pictures España
Fotografía — Cartel de la película

Me parece significativo que “M3GAN” utilice como prólogo un anuncio, quizás porque lo último de Blumhouse parece entenderse a la perfección con el frívolo mundo del lenguaje publicitario. Aquello que se ofrece al potencial cliente no es tanto un producto como una experiencia. Lo mostrado tiene que ser icónico, tiene que ser recordado. Su compra tiene que valer la pena antes incluso de haber salido de la caja. En este sentido, con “M3GAN” se abre un nuevo paradigma ante nosotros, pues puede que estemos ante el primer icono (pop) de la historia del cine de terror que no necesitó su propia película para serlo. No hizo falta abrir el paquete para que todos nos pusieramos a los pies de la yassificacion de Chucky. Solo nos bastó un anuncio (o un clip en Twitter de M3gan bailando) para entender que, aunque este producto podría acabar no valiendo la pena, la experiencia iba a merecer el intento.

En ese sentido, me cuesta no hablar de “M3GAN” como ese pulso entre la experiencia (las expectativas) y el producto (la película). Como fenómeno, esta muñeca diabólica poseída por el glitch es absolutamente incontestable. Hay un carisma infalible en esa frialdad algorítmica y una comedia ridículamente efectiva en ese rostro inexpresivo que parece no estar de acuerdo con el tono melodramático que le toca en ocasiones interpretar. Puede que desde Blumhouse se menospreciara la iconicidad que su criatura podía llegar a contener en sus entrañas. Poco importa en “M3GAN” más allá de M3gan. El atractivo reside exclusivamente en ese cuerpo imprevisible, siempre al borde del uncanny valley, sin miedo a recorrer todos los espectros del terror: desde impasible licántropo hasta actualización hyperpop de Sia. Sin duda la potencia de la propuesta está aquí, haciendo que el componente dramático, a medio camino entre “Black Mirror” y “Papá por sorpresa”, acabe entendiéndose como una forma poco inspirada de descafeinar la experiencia.

Tampoco quiero que este texto se convierta en una pataleta. No quiero parecer ese Homer Simpson que proponia que, mientras Poochie no estuviera en escena, el resto de personajes tuvieran que preguntarse todo el tiempo dónde estaba (por mucho que en la sala de cine cada silencio por parte del público hubiera podido traducirse sin duda como un desgarrador y desesperado “¿¡dónde está M3gan!?”). Pero no puedo evitar sentir que Gerard Johnstone no ha entendido a su hija. Si la película se empeña en subrayar a M3gan como metáfora de ese contenido online, siempre versátil y aparentemente inagotable, que se adapta a las necesidades de los más pequeños a cambio de su atención, cuesta justificar su falta de inspiración a la hora de exprimir las posibilidades mediáticas del títere. ¿Por qué tanto miedo a que M3gan quiera parecerse un poco más a Tik Tok, a que abrace la simpatía del meme y la espontaneidad de un scroll? ¡Menos terapia infantil y más covers de “Titanium”!

Como siempre, las expectativas acaban siendo el peor de los enemigos. Supongo que enterarnos de que el nombre de James Wan estaba –de alguna manera– detrás de este slasher (sin sangre) impulsó a nuestra mente hacia otro lugar, uno algo más posmoderno y autoconsciente, con menos miedo a inmolarse por el bien del espectáculo. Ahí recaía la esencia de “Malignant”, en empezar desde lo conocido de sobras para estirar al máximo el chicle en todas las direcciones posibles. ¡“M3GAN” tiene de sobras esa elasticidad, estirad ese chicle! Incluso Allison William dejaba caer esto cuando le contaba a Variety que le fascinaba la idea de ver a la muñeca en la saga “Fast And Furious”. M3gan ha nacido para moverse en esas tesituras, en las de, al igual que ocurre con Toretto y compañía, moldear las narrativas tradicionales estadounidenses donde el amor y el sacrificio por los tuyos son la prioridad hasta arrastrarlas al show de lo absurdo. “Somos familia” pero mientras lanzamos un coche al espacio. M3gan, al contrario que la niña de “Annette”, ha nacido para ser una estrella. Y me tranquiliza mucho saber que, teniendo ya secuela confirmada y un ejército de fans en redes, lo va a llegar a ser. La esperanza es lo último que se pierde.

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