John Wick: Chapter 4

Uno de los asesinos más letales que ha conocido la historia del cine vuelve con más estilo, más acción, más muertes, más creatividad en sus ejecuciones, más intensidad, más John Wick que nunca. De eso trata esta película, de cargar el tren del exceso para un viaje de dopamina y encefalograma plano en el que el disfrute es la única opción. Definitivamente, creo que Chad Stahelski y Keanu Reeves han volcado todo lo que han aprendido con la saga en la culminación de lo que resulta en una de las mejores películas de acción de la historia (sí, son palabras mayores).

Es cierto que las frases épicas de “John Wick: Chapter 4” intentan hablar de la venganza y del sentido de la vida cuando estás rodeado de muerte, pero hay cierta consciencia en que eso no es lo que va a calar en el espectador. La razón por la que creo que esta película va a ser memorable para el cine es porque no necesita de la profundidad de George Miller en “Mad Max: Fury Road” (15) para hacernos sentir que estamos viendo algo único. La acción y el estilo son los que explotan los niveles de serotonina haciendo que sea una experiencia única.

Siempre se ha asociado este género a lo bombástico o a la cantidad de puñetazos que reciben los villanos por segundo. No obstante, las coreografías de esta saga y la estética llena de neones le han dado su propia personalidad, y la han hecho destacar a la altura de los míticos James Bonds, Ethan Hunts, Rambos y Terminators. Enseguida entras en una fantasía de asesinos y te dejas absorber por un mundo muy simple, pero interesante, que te convence para continuar con los pocos minutos que separan la próxima masacre de John Wick.

Ese es el objetivo que se ha tenido para esta última entrega, expandir desde lo simple para dejarse el aumento de presupuesto en lo que lleva al espectador a las salas de cine: el detalle y el mimo por sorprender desde la saturación. También parece un ejercicio de demostración de lo que ha sido John Wick para el director, porque hay callbacks constantes a las entregas anteriores, como si Chad Stahelski dijese “aprendimos a hacer esto, ahora lo hemos dominado”. Esta perspectiva resulta en una especie de oda a John Wick y lo que ha supuesto desde sus inicios.

Y sí, estoy hablando mucho del género de acción, sin embargo “John Wick: Chapter 4” también puede entenerse como un western. Junto a la música hay una sensación de duelo constante entre los tres asesinos (Keanu Reeves, Donnie Yen y Shamier Anderson) mientras surgen historias de venganza y honor dándole vitalidad a cada escena para sentir que no estamos ante una simple secuencia de muertes, sino que también hay valores tras cada puñetazo. Sobre todo, en la manera tan particular de combatir de Donnie Yen.

“John Wick: Chapter 4” es el arte de hacer de la violencia algo atractivo y bello. No busca remover las entrañas, tampoco lo consigue, más bien quiere que un personaje que es icónico para sus creadores lo sea para el público a través de una película pasada de vueltas en la que el exceso se convierte en virtud.