“House Of The Dragon” nos devuelve a Poniente, quizás el universo fantástico que más cautivó a la audiencia durante la década pasada y lo hace en forma de telenovela. Y no lo digo con malas palabras, pues lo que han hecho con una gran cadena de matrimonios y funerales es increíble y sugerente. Da la sensación de que todas esas historias que intentaban atrapar a los espectadores con amoríos, adulterio, incesto y asesinatos se han encontrado frente a un guion consistente y un presupuesto con el que las primeras temporadas de “Game Of Thrones” nunca soñaron.
Pero es que HBO se la estaba jugando con esta carta, ya que después del, digamos conflictivo, final de “Game Of Thrones”, muchos estábamos recelosos de volver a encontrarnos con los Targaryen y sus dragones. La serie ha demostrado que no teníamos nada que preocuparnos, desde el capítulo uno con la escena de la cesárea mientras Daemon (Matt Smith) se enfrenta a Criston Cole, hasta el comienzo de la esperada danza de dragones en el último.
Realmente ha sido una experiencia ver el crecimiento de estos personajes que se definen por sus acciones y no por lo que dicen o lo que se espera de ellos. Sin embargo, el crecimiento también se ha mostrado físicamente, porque para llegar al punto donde las traiciones y tejemanejes de las casas de los Siete Reinos, tan típicos de George R. R. Martin, ha habido elipsis considerables (una de ellas de hasta diez años). Un riesgo narrativo que ha creado sus detractores debido a que algunos de los personajes evolucionan fuera de plano, mientras que otros simplemente son reemplazados por nuevos actores. Es un reto para la inmersión del espectador, pero pienso que el guion es lo suficientemente competente como para mostrar en qué punto están los personajes y qué acontecimientos han sucedido en esa espera semanal.
De hecho, considero que es el guion el que sustenta las costuras de CGI, los cambios drásticos de reparto, las escenas rodadas en una oscuridad casi absoluta y las elipsis estratégicas. Bueno, el guion y unos actorazos, como Matt Smith, Milly Alcock, Olivia Cooke y el inmejorable Paddy Constantine, que se dejan la piel por darle una nueva identidad a la serie. Sería un error separarla de lo que ha sido “Game Of Thrones”. No obstante, pienso que su aproximación es algo distinta. Sigue tratándose de quién se sienta en la silla más incómoda de toda la fantasía, pero tiene un tono diferente, más centrado en la sociedad de la serie, en el valor de la sangre, en el rol que juegan sus personajes en un mundo donde todo está preestablecido. Sin embargo, aún le queda mucho tiempo para ser un producto que funcione sin relacionarlo con “Game Of Thrones”. “Better Call Saul”, lo consiguió, a ver cómo sigue en sus próximas temporadas.
Lo que sí que ha logrado es ganar, frente a “Rings Of Power” y “The Witcher”, el puesto como la serie de fantasía que estábamos deseando desde que vimos caer a Daenerys. Mientras Rhaenyra y Daemon vuelen así de alto, no acabarán igual.
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