Hit Man. Un asesino por casualidad
Cine - Series / Richard Linklater

Hit Man. Un asesino por casualidad

7 / 10
Fran González — 11-06-2024
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la película

Ha llegado un punto en el que las comedias románticas tienen que ofrecernos algo más (mucho más) que un simple “chico conoce a chica” para ser ni tan siquiera reseñables, y el bueno de Richard Linklater lo sabe. Haciendo gala de su ya presumible callo en lo que a brindarnos romcoms de calidad se refiere (hablamos nada menos que del progenitor de la trilogía de “Antes del amanecer”), el cineasta logra pegarle una mayúscula vuelta de campana al género de la mano de “Hit Man. Un asesino por casualidad”, una divertida pieza de enredo que supera los lugares comunes y entretiene por encima de los mismos gracias a un Glen Powell en estado de gracia.

Predestinado a protagonizar todos los títulos célebres que se le pongan por delante este año, el estadounidense nos brinda aquí la que muy probablemente sea una de las más destacadas interpretaciones de su joven carrera, hasta ahora limitada a blockbusters de medio pelo y papeles de guapo a secas. Aquí el guapo no se lo quita nadie, pero al menos lo escamotea y justifica de la mano de un texto dignísimo, basado parcialmente en hechos reales y edulcorado con el imaginario de un guion que atrapa gracias a su ingenioso juego de espejos y sus retorcidas aristas.

La génesis de su encanto reside en ese evidente y simpático vínculo que mantiene con la comedia noventera (en muchas ocasiones parecerá, de hecho, que estamos viendo a Sherman Klump y Buddy Love compitiendo en una bipolar lucha de protagonismos), pero pronto descubriremos que el subtexto al que Linklater nos quiere llevar es mucho más profundo de lo que parece. Para empezar, ese gris y simplón profesor de instituto que nos da la bienvenida en primera persona (Gary Johnson, interpretado por Powell) pronto se descubrirá como un brillante colaborador de la policía, encargado con la nada desdeñable tarea de desmantelar los planes de todo aquel que desee contratar sus supuestos servicios como asesino a sueldo. Su destreza en el oficio poco a poco le hará ganar una renovada confianza en sí mismo que nos divertirá entre pelucas, postizos y personalidades varias, jugando así una inédita vis cachonda y desenfadada que conformará el lado más hilarante de la propuesta.

Johnson, quien a ojos de su ex-mujer, sus alumnos y cualquiera con el que se cruce es un pusilánime sin sal, le cogerá el gusto a esta tentadora pantomima de ser otro. Tanto que hasta comenzará a construir sobre sí una doble vida (con catchphrase incluida) entre noches húmedas y role plays subidos de tono, gracias a la azucarada y melosa compañía de una truncada clienta llamada Madison (Adria Arjona). Su nuevo rol, del todo fuera de control, le llevará irremediablemente a conectar con el discurso de su otro yo, ese que predica en formato de lección magistral y tesis filosófica en su regular puesto de trabajo a golpe de dilema ético y charleta de aula. Sin caer necesariamente en un plomizo discurso moralista, el film enternece y despierta nuestra inquietud más autocrítica, creando así una atractiva analogía entre las dos caras de Johnson que nos hará poner en marcha tanto la carcajada como el coco.

Porque Linklater, por encima de todo, antepone su genial trasfondo a cualquier topicazo que se precie. Y eso que, en más de una ocasión, el cineasta tejano se juega el tipo apuntando escenas en las que el amorío visceral, la sábana arrugada y el estereotipo más banal nos hacen torcer la ceja con puntual desengaño. Pero superado el desagravio, lo que finalmente tiene para darnos es una película tan destinada a hacernos reír como a lograr que nos cuestionemos todo; un excepcional título, a caballo entre el sórdido y subterráneo universo de los Coen y el incómodo y perverso situacionismo cómico de Woody Allen, que no se conforma con operar a los mandos de un único género al uso (le vamos pasar tan ricamente del romanticismo de gran cartelera al thriller policiaco y hasta coquetear con el whodunit más arquetípico) y que nos demuestra por qué el de su responsable es uno de los grandes nombres del cine sin pretensiones actual.

 

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