Ojalá a todos los juntaletras nos cayera en las manos la historia de nuestras vidas con la misma facilidad con la que a Antonia (Veki Velilla) le llega la suya. La joven redactora, quien coquetea con la penuria salarial y la competencia salvaje entre becarios tan propia de nuestros días, no podría obtener en mejor momento la inspiración con la que romper el bloqueo de la hoja en blanco, y es que su fortuita relación con “¡García!” (a quien desde ya podemos considerar el Steve Rogers español) será clave imperativa para dar con nada menos que una conspiración a gran escala que busca poner en jaque la democracia en España.
Tal y como ya sucediera con “El Vecino”, la ficción seriada española vuelve a demostrarnos su personal arrojo con la adaptación televisiva de un cómic patrio, en esta ocasión del homónimo personaje creado por Santiago García y Luis Bustos, el cual encuentra en la percha de Francisco Ortiz la más idónea matriz para su análogo. A pesar de sus tintes de ciencia-ficción y surrealismo, la trama no es ajena a la realidad con la que cohabitamos en la actualidad, marcada por la siempre presente polarización ideológica y los populismos varios que surgen ante cualquier crisis que se precie. Aun siendo evidentes, la obra (producida a tres bandas por Sara Antuña, Carlos de Pando y Eugenio Mira) se resarce de todos sus peros con ese valor evocador e histórico que suscita a través de una excelente fotografía, unos efectos del todo cuidados, unos depurados flashbacks marcados por sus briznas a la cine noir, y una brillante banda sonora, con firma de Julio Awad, que parece directamente sacada del imaginario gánster de las viñetas de Dick Tracy.
Si logramos superar ese particular rubicón que en ocasiones sugieren los rocambolescos hilos de la trama y las correspondientes carencias interpretativas por parte de algunas de las cartas implicadas, lograremos dar con una historia trepidante, que atrapa por su sencillez y firmeza a través de seis episodios de pura acción, y que verdaderamente nos empuja a querer conocer más de lo que este misterioso súper-agente (y su pertinente sidekick, a lo Roberto Alcázar y Pedrín 2.0.) son capaces de hacer. Una más que notable suma de chascarrillos que liberan tensiones, cachivaches imposibles capaces de solucionar cualquier embrollo al más puro estilo Q, golpes de tragicomedia y emoción, y plot-twists con marcas de traición, condimentados con la brillante participación de Emilio Gutiérrez Caba y su siempre magnífica forma de girarnos la tortilla, completan así el rosco de una acertada y muy fiel adaptación en live action de ese tebeo homónimo con el que logran sacarle punta a un pasado visto desde un prisma que nunca nos habíamos ni tan siquiera planteado. Bourne, Bond, Hunt… Y ahora ¡García!
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