El juicio de los 7 de Chicago
Cine - Series / Aaron Sorkin

El juicio de los 7 de Chicago

8 / 10
Jan Romaní — 08-12-2020
Empresa — Netflix
Fotografía — Archivo

Cuando terminó la película, muchos de los espectadores que estaban en el cine empezaron a aplaudir. Es una reacción un poco absurda, porque estás aplaudiendo a una pantalla, y me pareció que hacía mucho tiempo que no vivía una situación así (quizás también por las pocas veces que he podido ir al cine en este 2020). Sin embargo, me pareció la reacción más lógica a “El juicio de los 7 de Chicago”, tanto por las emociones que generan las últimas escenas como por toda la obra en general.

La película narra la historia de siete líderes de las protestas contra la Guerra de Vietnam en la Convención Nacional Democrática de 1968 que fueron juzgados por conspiración y provocación de disturbios. Quien espere un relato completamente fiel a aquellos hechos históricos se llevará una decepción. Al guionista y director Aaron Sorkin le gusta manipular la realidad para mejorar la experiencia cinematográfica, como ya habíamos visto en sus guiones de “La red social” o “Steve Jobs”.

En este caso, el director juega de forma genial con la estructura, intercalando la tensión del juicio con flashbacks de las manifestaciones para ir relevando la información poco a poco y mantener la atención del espectador. Pero lo que realmente impide apartar la vista de la pantalla son los diálogos: rápidos, inteligentes y con mucho sentido del humor. Sorkin siempre ha sido especialista en escribir interacciones entre personajes, y el resultado es aún mejor si estos son interpretados por un reparto de este calibre.

Para que nos hagamos una idea, el oscarizado Eddie Redmayne realiza una actuación impecable como uno de los 7 de Chicago y quizás ni se encuentre entre las tres mejores interpretaciones de la película. Mark Rylance clava cada uno de los matices del personaje del abogado, Yayha Abdul-Mateen II llena de intensidad la pantalla en cada escena que aparece, Frank Langella consigue que le odies en su papel de juez y Jeremy Strong y Sacha Baron Cohen le dan el toque satírico perfecto haciendo de hippies.

En este sentido, habrá críticas que dirán que el humor le da excesiva ligereza a un tema realmente serio. Pero esa levedad es más bien una virtud, porque la hace mucho más accesible mientras la temática política no deja de ser tratada con eficacia y respeto. Lo que consigue Sorkin aquí es hacer llegar un mensaje relevante a través del puro entretenimiento. Y esta combinación, la de hacerte reír y aplaudir mientras ves la película, pero dejarte reflexionando unos días después, es una combinación ganadora. Tan ganadora que es candidata a llevarse el Oscar a Mejor Película del 2020, así que vale la pena verla antes de que esté en boca de todos. Está en Netflix, y aunque sea desde casa, quizás también termináis aplaudiendo.

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