Crímenes del futuro
Cine - Series / David Cronenberg

Crímenes del futuro

7 / 10
J. Picatoste Verdejo — 27-09-2022
Fotografía — Cartel de la película

Es revelador que en medio de un panorama cinematográfico en el que cineastas veteranos –y no tan veteranos– han decidido sumergirse en las (más o menos) reconfortantes aguas de la nostalgia para hablar de ellos o de un cierto tiempo vivido –antes, Pedro Almodóvar, Kenneth Branagh y Paul Thomas Anderson; ahora, James Gray, Steven Spielberg, Alejandro G. Iñárritu o Sam Mendes– el casi octogenario David Cronenberg ha preferido echar la mirada atrás hacia sus orígenes cinematográficos.

El director canadiense vuelve al largometraje después de ocho años y, lo que es más relevante incluso, reconecta con el discurso preponderante en su filmografía, la Nueva Carne, concepto que no abordaba frontalmente desde “eXistenZ” en 1999. No es casualidad, por tanto, que “Crímenes del futuro” copie su título de una de las primeras producciones del cineasta, un film breve de 1970 –sesenta y dos minutos– del que si bien la película que nos ocupa no puede considerarse un remake, ya que, argumentalmente, la distancia entre las obras es considerable, sí hay en el nuevo film una reordenación de elementos que aparecían en la cinta original.

De ellos, el más destacable es la idea de que el propio cuerpo genere nuevos órganos sin una función determinada, concepto anecdótico en el film de 1970 y primordial en el de 2022, en tanto que el protagonista encarnado por Viggo Mortensen, un artista que en sus espectáculos disecciona su propio cuerpo –una suerte de versión masculina de la francesa Orlan–, posee esa (involuntaria) capacidad.

Cinta oscura, tanto conceptual como visualmente, a diferencia de la luminosa película original, que devuelve al Cronenberg más visceral –literalmente–, provocador y explícito, la película esconde una visión pesimista de nuestra sociedad a través de la configuración de una nueva en la que la inútil generación de órganos condena, por definición, el propósito de su existencia: una sociedad inmune al dolor, devoradora de plásticos y ávida de espectáculos sangrientos.

 

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