Archivo 81
Cine - Series / Varios

Archivo 81

7 / 10
Marcos Gendre — 03-02-2022
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la película

Hay algo en esta última producción de James Wan que hace pensar en la definición de un nuevo subgénero, que bien se podría denominar como “terror analógico”, también refrendado por producciones tan recientes como “Broadcast Signal Intrusion” y “Censor”, ambas de 2021. Existe un fetichismo en la arqueología ochentera del VHS y el Betamax que abre las puertas de las posibilidades turbias que nos ofrece el misterio a través de la indefinición del granulado. Sombras que conforman un muro invisible entre diferentes realidades, como ya quedó de manifiesto en un film tan icónico como “The Ring” (1998), de Hideo Nakata. En este sentido, la trama dispuesta en “Archivo 81” –basada en el podcast del mismo nombre creado por Dead Signals– cobra sentido total a través de su indisimulada devoción por el género found footage, a través del cual queda definido un contexto altamente desasosegante, con la composición de un vecindario de carácter directamente paralelo al de los habitantes que residían en el edificio de “La semilla del diablo”, referencia básica en esta historia en la que el gen demoníaco de las sectas es mostrado a través de la mirada del vouyeur catódico, observador de una época pasada, de 1994, año en el que discurre el epicentro de una acción supeditada a la inquietante fauna personal que vive entre las cuatro paredes del Visser, edificio en el que nos adentramos a través de una especie de revisión de los significantes que vertebran el abecedario del “folk horror”, aquí adaptado en un contexto totalmente urbano.

Con estos ingredientes, los ocho episodios que conforman “Archivo 81” van discurriendo con la sensación de que siempre nos vamos a encontrar un giro argumental tan brillante como el del séptimo capítulo, en el que somos transportados a los años veinte, tal como sucede en el arranque de algunos de los episodios que conforman tan trabajado ejercicio de misterio y terror. El mismo donde la producción del sonido, o la ausencia del mismo, sirve para enfatizar la sensación de desconcierto predominante en el actor Mamoudou Athie, protagonista y director metafórico que nos transporta hacia ese “otro mundo”, aquí perfilado desde una dirección “real” tan medida, con apenas movimientos de cámara, ideal para traspasar una sensación constante de tensión al espectador desde otro posible mundo, como los invocados desde episodios tan brillantes como “El círculo”, muestra categórica de un artefacto de ficción televisiva que consolida a Wan (director de un prodigio tan infravalorado como “Maligno” (2021) como uno de los creadores más influyentes del terror catódico de nuestros días.

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