Ali y Ava
Cine - Series / Clio Bernard

Ali y Ava

8 / 10
Luis M. Maínez — 16-09-2022
Empresa — BBC Films, BFI Film Fund, Moonspun Films
Fotografía — Cartel de la película

Cuando los sentimientos son veraces y honestos, cuando la vida resulta verosímil; cuando las alegrías y las penas se llevan con entereza, cuando se le da, en definitiva, la oportunidad al cine de narrar historias con peso, no hace falta mucho más para alcanzar la brillantez entendida en sus dos acepciones: sacar luz de una ciudad obrera del norte de Reino Unido en mitad de la lluvia y la niebla constante; sacar adelante una película que conecta con lo elemental del ser humano con facilidad pero sin apenas concesiones al efectismo.

“Ali y Ava” es cine para adultos, para ese público que no se traga la enésima comedia romántica con los mismos tres giros de guión de siempre pero que sigue creyendo en el amor: no solo el amor en pareja, sino a uno mismo, a la familia y a la comunidad. Sin llegar a sorprender narrativamente, como no nos sorprenden muchas de las situaciones que vivimos a diario, golpea certeramente con fuerza gracias a una historia que no necesita de artificios. “Ali y Ava” reivindica la importancia del qué frente al cómo. Su retrato de la clase trabajadora (británica) y los prejuicios todavía existentes a ambos lados de la trinchera cultural, son todo un ejercicio de conciencia alejado de maniqueísmo habitual.

El retrato de ambos protagonistas –gracias a un trabajo interpretativo brutal de Adeel Akhtar (nominado al Bafta) y Claire Rushbrook– es delicado sin llegar a rozar la cursilería. Ava, uno de los mejores personajes femeninos que he visto en los últimos tiempos, se erige como el verdadero sostén de la película: su dimensión narrativa es enorme, hay matices de sobra. Sería sencillo compararla con esa Mare de “Mare Of Easttown” interpretada magistralmente por Kate Winslet en una de las series del año, pero más certero aún es compararla con las mujeres anónimas de su generación, ejemplos de vida constantes fuera de la pantalla.

La única concesión esteticista de la cinta la brinda la música como espina dorsal. Es cierto que para el espectador no musiquero, puede resultar excesivo, a veces, incluido con calzador; sin embargo, para el resto resulta la guinda para un pastel sobrio en todo lo demás. Cualquier película con Bob Dylan en la banda sonora gana enteros, y más cuando una canción como “Mama You’ve Been On My Mind” se convierte en un secundario de lujo.

“Ali y Ava” es una de esas películas que, como crítico, te hacen creer en el oficio. Es una joya que merece ser vista en cine, representa todo aquello que muchos lamentan haber perdido desde la llegada del streaming: un ejercicio fílmico genial sin juegos de trileros. Infancia, pérdida, madurez, esperanza, “Ali y Ava” encierra lo verdadero de la vida en noventa minutos: lo terrible, sí, pero sobre todo lo bueno.

 

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