Retrovisor: Little Richard
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Retrovisor: Little Richard

Xavi Llop — 21-07-2020
Fotografía — Archivo

Origen: Macon, Georgia (1932-2020)

Histriónico, impactante, transgresor, extravagante, excesivo… Richard Wayne Penniman, conocido mundialmente como Little Richard, destacó entre los pioneros del rock and roll de la década de los cincuenta por reunir en poco tiempo una colección de hit-singles inmortales, por su imagen provocadora y andrógina, por su estilo salvaje al tocar el piano y por un timbre de voz cargado de sexualidad que, además, retaba a las leyes de la física con unos aullidos tan estridentes como irresistibles. Little Richard apareció en escena como si procediera del espacio exterior y cambió el aspecto de la música popular para siempre, al ritmo de temas tan influyentes para generaciones posteriores como “Tutti Frutti”, “Good Golly Miss Molly” o “Lucille”. Se llamó a sí mismo, con razón, el arquitecto del rock and roll.

Siendo negro y abiertamente gay, no debía ser nada sencillo abrirse paso en el segregado y mojigato sur de los Estados Unidos de finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta. Menos aún en una familia con doce hermanos, en la que el padre se dedicaba al tráfico ilegal de whiskey, antes de que el mejor amigo de Richard le asesinara en una disputa sin sentido. Sin embargo, Richard se creció ante las adversidades, supo alimentar su confianza en sí mismo y, sobre todo, su gran deseo de convertirse en una estrella. El advenimiento del rock and roll, al que contribuyó decisivamente, fue su salvación.

Su madre le apuntó a clases de piano cuando era un crío, en una etapa de su vida en la que cantaba en la iglesia los domingos mientras absorbía la influencia de la música góspel. Su fe en Dios le acompañaría siempre, con distinta intensidad dependiendo de la época y a pesar de las contradicciones a las que a menudo le llevó enfrentar su religiosidad con su salvaje estilo de vida.

En 1951 ganó un talent show local en Macon, lo que llevó a firmar un contrato y grabar varios singles para RCA. Al no lograr notoriedad, se vio obligado a subsistir fregando platos en la estación de autobuses de su ciudad natal. Allí conoció a Esquerita, una especie de alma gemela portadora de una glamurosa y maquillada imagen en la que, obviamente, se inspiró; aunque sería más preciso sostener que, en realidad, estos dos pianistas tan apartados de lo convencional se influenciaron mutuamente.

Y llegó la revolución. Elvis Presley derribaba muros raciales y prejuicios a golpe de movimiento de cadera. Era 1956. Por su parte, Little Richard suavizó la explícita letra de “Tutti Frutti” para, gracias al sello Specialty Records, lograr su primer éxito. “A wop bob alu bob a wop bam boom!”. Nunca antes una combinación tan espontánea, aleatoria y absurda de sílabas había transmitido tanto.

Siguió aporreando su piano con contagiosa furia en “Rit It Up”, “Long Tall Sally” y “Good Golly Miss Molly” entre otras, distanciándose así varios años luz de las azucaradas y blanqueadas versiones de sus temas que popularizaba el santurrón Pat Boone.

Estando en la cima de su carrera, Little Richard la abandonó abruptamente para estudiar y ordenarse ministro en la Alabama Bible School Oakwood College. Su siguiente disco fue de música góspel y, aunque regresaría al rock y al soul, ya nunca más irrumpiría en las listas de éxitos.

En adelante, sus obligaciones religiosas se alternaron con consumo de drogas (como relató en primera persona en su delirante biografía de 1984, en la que también afirmaba que ¡la homosexualidad le había sido contagiada!) y con giras en las que contó con músicos entonces desconocidos, entre ellos Jimi Hendrix, James Brown y Billy Preston. Su influencia se extendió masivamente durante décadas, como evidenciaron The Beatles, The Kinks o Prince. Algunos ilustres admiradores, como Tom Petty, Steve Van Zandt o Cyndi Lauper, consiguieron que el arquitecto del rock and roll oficiara sus respectivas bodas. Fue, sin lugar a dudas, genio y figura hasta su deceso, a los ochenta y siete años.

 

Imprescindible: “Here’s Little Richard” (1957)

En una década en la que reinaban los singles, Little Richard había colocado en 1956 hasta seis discos de 45 rpm’s en el Top 40 americano. Al incluir esos seis cortes en su primer elepé, convirtió el mismo en un híbrido entre recopilatorio de grandes éxitos y álbum de debut al uso. Lo relevante, en cualquier caso, es que la docena de canciones de “Here’s Little Richard” son todas vibrantes y arrolladoras, fiel reflejo del mejor Little Richard. De “Tutti Frutti” a “Slippin’ And Slidin’” o de “Long Tall Sally” a “Jenny Jenny”, nada aquí tiene desperdicio.

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