Entrevistamos al dibujante Émile Bravo por "La esperanza pese a todo"
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Entrevistamos al dibujante Émile Bravo por "La esperanza pese a todo"

Joan S. Luna — 05-01-2021
Fotografía — Archivo

Como muchos de nosotros, Émile Bravo es un niño grande. Pero un niño con un talento increíble: su capacidad por crear personajes que uno diría de carne y hueso, llenos de dudas y contradicciones, pero capaces también de convertirse en héroes por las circunstancias. Con él charlamos a propósito de uno de sus mejores trabajos “La esperanza pese a todo” (Dibbuks, 20).

Émile Bravo no solamente es un gran guionista y dibujante de cómics que ha dedicado buena parte de su vida al público infantil y juvenil, sino que también es una persona afable y habladora con la que resulta imposible no vislumbrar cierta confianza. Gracias a la hora larga de conversación que mantenemos –aquí encontrarán solamente una pequeña parte– descubro que sus cómics son una extensión de una filosofía de la vida que lleva desarrollando desde hace treinta años. Charlar con él –en perfecto castellano con acento francés: su padre era catalán y su madre valenciana– es imaginarle dibujando cada una de sus viñetas con optimismo y con un bagaje que no deja de crecer.

De su mente y de sus manos han surgido no solamente personajes como el simpático Jules –cuyas aventuras publica en España por Ponent Mon–, sino las que posiblemente sean las mejores encarnaciones de Spirou y Fantasio desde los años de Frankin. De estos últimos y con su rúbrica, están disponibles en nuestro país “Diario de un ingenuo” y los dos primeros tomos de “La esperanza pese a todo”, todos ellos a través de Dibbuks. Lo que Bravo ha conseguido con Spirou y Fantasio será recordado, con los años, como una etapa de esplendor en la que estos personajes creados por Robert Velter a finales de los años treinta alcanzaron una madurez inédita hasta la fecha.

Sobre ello hablamos en esta entrevista, aunque se quedan fuera de la transcripción sus años en los ateliers Nawak y Des Vosges, su amistad con Jean Régnaud –con quien firmó el imprescindible “Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill” (Ponent Mon, 13)– o Riad Satouff, e incluso por su afición en la infancia por los cómics de Ibáñez. Quién sabe, quizás haya una segunda parte alguno de estos días. Pero centrémonos en su trabajo con Spirou y Fantasio, obra a la que ahora mismo está dedicando su tiempo y esfuerzos.

Han pasado doce años desde que trabajaste por primera vez con el personaje de Spirou en “Diario de un ingenuo”. Ahora estás metido de lleno en la serie de cuatro volúmenes “La esperanza pese a todo”. Ambas obras me parecen fantásticas, pero me gustaría saber cómo ves tu propio trabajo. Con el paso del tiempo, ¿estás orgulloso de lo que has ido consiguiendo?
Exacto, han pasado diez años entre “Diario de un ingenuo” y “La esperanza pese a todo”, pero ¿me preguntas si estoy orgulloso de lo que he hecho hasta ahora? (risas).

Efectivamente. Te lo plantearé de otra forma. Con “Diario de un ingenuo” le diste un giro a lo que habíamos leído de Spirou hasta el momento y fue un punto de partida muy importante para lo que luego has ido creando en “La esperanza pese a todo”. El resumen, por tanto, es si te sientes orgulloso de lo que has conseguido trabajando con unos personajes tan importantes y que no creaste originalmente tú.
La verdad es que nunca me he planteado eso. Cuando haces una historia, cuando estás con tus muñequitos como los llamo yo, lo que haces es jugar con ellos. Así que usar la palabra orgulloso no sé, me parece un poco fuerte (risas). Pero lo que sí te puedo decir es que estoy muy contento de que tanta gente lea estas historias que he hecho, porque en Francia también han tenido mucho éxito, ¿sabes? Eso es lo que más puede agradecer cualquier autor. Y te voy a decir una cosa, cuando crearon esta colección de Spirou para Francia y Bélgica, realmente el poder expresarme con dos personajes tan populares e importantes como Spirou y Fantasio, para mí era algo increíble... Ahí sí que estoy orgulloso. Me digo a mí mismo algo como “Vale, lo has conseguido”. Puedes hacer pasar ideas –ya que son álbumes leídos tanto por jóvenes como por adultos, y piensa que yo siempre he trabajado para la juventud– estos mensajes humanistas a los jóvenes y que, al mismo tiempo, funcionen para adultos... Entonces, sí que podría decirte que estoy orgulloso en ese sentido.

Es evidente que “La esperanza pese a todo” funciona perfectamente tanto para público joven como adulto. Te diría que ya ocurría con “Diario de un ingenuo”, incluso me arriesgaré y te diré que también con los álbumes de Jules, que me encantan.
Es lo que intento hacer. Yo creo que si hago este tipo de arte es, cómo te lo diría, para hacer de puente entre generaciones. Me parece súper importante. Porque yo he crecido así. Tenía un padre con el que podía hablar. Los adultos que no me tomaban por un niño, o por tonto, me ayudaron a desarrollarme. No importa que no pillase todo lo que me contaban, pero es así cómo mejor te desarrollas. Cuando yo hablo con un niño, me gusta hablarle normalmente, que sienta que está considerado. Eso es muy importante, creo, para el desarrollo de un niño. Hay padres que se quejan de que sus hijos siempre les preguntan y les preguntan, pero para mí eso es lo que me interesa. Todo lo que es intergeneracional. Contestar a esas preguntas de los niños es una de las cosas más importantes para mí. Cuando yo era pequeño preguntaba mucho y esperaba que me respondiesen y me ayudasen a entender un mundo que no entendía muy bien. Quería que me diesen explicaciones para hacerlo, la verdad.

No sé si yo, al leer tus obras, puedo verlo todo desde esa visión más infantil, por mi edad digo, pero pongo la mano en el fuego a que lo consigues.
Yo comento muchas veces que recuerdo muy bien mi infancia, o por lo menos algunos aspectos, y por eso siempre digo que lo que yo busco con mis obras es hacer los tebeos que a mí me hubiese gustado leer a mí cuando era un chaval (risas).

Spirou y Fantasio siempre han ido de la mano, pero una de las cosas que me gustan de estos tres cómics de los que estamos hablando –e incluso de las aventuras de Jules– es cómo describes las relaciones entre los protagonistas. Desde el principio has conseguido que tus personajes vayan evolucionando y creciendo. Fantasio por ejemplo va aprendiendo de sus errores continuamente.
Sí, claro (risas). Es la evolución de los personajes y, en el caso de Fantasio, para mí es una manera de decir que aunque seas adulto siempre tienes cosas que aprender y descubrir cómo salir adelante. Mira, cuando era pequeño muchas cosas no las entendía y pensaba que tenía que ser adulto para entender el mundo, y ahora que soy adulto... ¡Sigo sin entenderlo! (risas). Sigo sin entender por qué el ser humano es tan burro (risas). Es mi manera de decir “vosotros que os creéis tan adultos, no lo sois todavía. Sois seres humanos por construir”. Yo pienso que el ser humano es una cosa que se construye poco a poco. No naces humano, eres un animal al principio. Tienes que ir aprendiendo la humanidad. Y eso es algo que los niños pueden entender perfectamente ya de muy pequeños, que los adultos no funcionan bien (risas).

Entender que ser adulto no significa ser maduro o algo por el estilo, ¿no?
Bueno, de niño entiendes que hay fallos en todo esto. Las guerras, el poder, todas esas cosas... Ya te puedes preguntar de niño ¿por qué la gente es tan mala? Y eso es lo que quiero decirles yo a los niños. Que tenéis que aprender esa humanidad, crecer psicológicamente para ser seres humanos. Y no penséis que no tenéis nada en la cabeza como a veces dicen. Tenéis muchas cosas que aprender, claro, pero daos cuenta de que hay muchos adultos que no tienen la mitad de conocimiento que tenéis vosotros de pequeños (risas).

Pues has clavado el tema con Fantasio...
Claro y mira... Perdona, hablo mucho, creo (risas).

Oh, bueno, la gente que esté pendiente de esta entrevista lo que quiere es conocer tu visión, así que me encanta que hables mucho.
Ah, bien, pues sigo (risas). Justamente cuando yo era pequeño y leía Tintín, me interesaba muchísimo la relación entre Tintín y el Capitán Haddock. Me parecía genial. Y veías a Tintín y parecía más mayor y tenía mucha más conciencia que Haddock. Pero claro, me encantaba el Capitán Haddock (risas). Menos mal que estaba él, porque eso es lo que le daba todo el morbo y el sentido, esas relaciones humanas.

Un Capitán Haddock cabezón que nunca quería reconocer cuándo se equivocaba. En ese sentido es parecido a tu Fantasio.
Bueno, es que Fantasio en los primeros Spirou era así. Fantasio, de fantasioso, un tipo que parecía que no tenía conocimiento. En los primeros Spirou el tipo estaba un poco loco (risas). Y esa era mi intención, recuperar al personaje inicial, al Fantasio de los primeros álbumes de Franklin. Hoy en día, son igual de importantes tanto Spirou como Fantasio, no destaca uno del otro. Lo importante para mí era que, en esa pareja, cada uno tuviese su propia personalidad y su forma de relacionarse.

Nunca he leído los cómics de Rob-Vel. Entonces, quería saber si tu influencia viene fundamentalmente de André Franquin.
Sí, claro. Es que Franquin era un genio. Y en esta colección querían que otros autores hicieron lo que había hecho Franquin en su momento, pero ¡eso es imposible! ¡Porque Franquin era un genio! No puedes hacer lo que hizo él. Es algo de una responsabilidad imposible. Pero cuando él estuvo haciendo esos cómics para los Dupuis, para la familia Dupuis, ellos pensaban que lo que hacía eran cosas para niños. No se lo tomaban muy en serio. Sabían que Frankin tenía talento, sí, pero no habían entendido que era el genio que en realidad era. Por eso le pidieron a diversos autores seguir la serie, pero es imposible. Ese es el motivo por el que yo me sitúo antes de Frankin. No puedes seguir lo que hizo Frankin, por que era un mundo. De ahí que yo lo que hago es el antes de Frankin. Es lo único que me atrevía a hacer. A mí realmente lo que me abrió los ojos en el cómic es el sello de Frankin, el de Hergé también, claro. Ellos me abrieron los ojos. Para mí el cómic es eso, lo que ellos me transmitieron en mi infancia. Me despertaron el interés y quienes lo consiguieron son genios. Son modelos para mí y lo que yo haga es secundario.

Es posible, pero yo creo que has conseguido crear una etapa muy especial de Spirou que la gente recordará como muy especial.
Pues gracias. Espero, espero... Me alegro de que lo veas así, aunque en el fondo creo que es una cosa muy sencilla. Lo que hago es hablarle a los niños y, como te decía al principio, sin tomarles por idiotas. Lo importante para mí es transmitirles algo. Mírame, a mis cincuenta y cinco años, sigo diciendo que lo que he aprendido de esencial para desarrollar mi humanidad estoy obligado a transmitírselo a los niños. Y haciendo lo que hacemos, que son cómics. Que es algo que se inventó inicialmente para ellos, y eso no hay que olvidarlo.

"Lo que hago es hablarle a los niños sin tomarles por idiotas. Lo importante para mí es transmitirles algo. Mírame, a mis cincuenta y cinco años, sigo diciendo que lo que he aprendido de esencial para desarrollar mi humanidad estoy obligado a transmitírselo a los niños"

A modo de curiosidad quiero preguntarte si, cuando te contactaron para trabajar con estos personajes, lo viste como un honor y una gran oportunidad o pensaste que te habían soltado una losa muy grande encima.
Es aún más sencillo (risas). El editor que ha creado esta colección me conocía, o mejor dicho me conocía artísticamente porque había leído “Jules” y le gustaba mucho. Pensó que el tipo que hacía esos cómics seguro que conocía bien el mundo de Spirou y de Frankin. Y cuando me contactó fue muy sencillo. Me hizo dos preguntas. La primera fue: “¿A ti, Spirou te habla?”. Y le contesté que claro, que había crecido con Spirou. La segunda fue también una cosa muy sencilla: “¿Tienes algo qué decir sobre este personaje?”. Pues claro. Yo tenía preguntas de niño sobre el principio de Spirou, e igual ahora que soy mayor puedo intentar contarles a los niños quién era ese personaje al principio. Recuerdo que yo, cuando le veía vestido con uniforme de botones, me preguntaba: “¿Ese tío por qué va vestido así si nunca lo veo trabajando en ningún hotel? ¿Y por qué es amigo de Fantasio?”. Así como ves llegar a Haddock en Tintín, cómo se tratan y cuál el origen de su amistad, en el caso de Spirou nada de eso. Te los imponen ya juntos (risas).

Y eso es lo que tú has creado.
Las relaciones humanas son muy importantes y, lo que te decía, tenía que explicárselo al niño que yo era antes, explicárselo a los niños para qué entiendan esa amistad, por qué son amigos esos personajes. Así que yo quería explicar ese principio de todo. También quería explicar quién era Spirou antes de convertirse en un héroe. Eso me parecía muy interesante, contarle a los niños qué es un héroe y por qué Spirou se ha vuelto un héroe. Porque no lo es porque tenga superpoderes ni nada de eso. Es un chaval, y eso es lo interesante de contarle a un niño. “Ves, es un chaval como tú y se ha convertido en un héroe. ¿Y qué es lo que le convierte en un héroe? Pues que es humanista”. A partir de ese momento ves que hay una historia interesante que contar. El momento en el que un chaval se convierte en humano. Y ahí te das cuenta de que hay muchas cosas que hacer (risas).

No había caído en eso.
Además yo explico muchas veces que, aunque el personaje se creó en 1938, el primer álbum, que es de Frankin no sale hasta 1945 aproximadamente. Así que yo he querido trabajar en la etapa que pasa entre que lo creó Velter en el 38, cuando es un botones de hotel y protagoniza historias que apenas tienen mucho sentido, o los años de Jijé y el momento en el que Frankin le convierte en lo que es.

Como antes te decía, nunca he leído las historietas de Rob-Vel, aunque he visto viñetas, claro.
Pues sí, es un botones pero las historietas no tienen casi ni sentido. En aquel momento no vale la pena como personaje y los gags eran bastante malos. Pero llega 1945 y con Frankin ya ves un personaje con conciencia, humanista, y eso que ya te digo que al principio no tenía ninguna, un poco gamberro y tal (risas). ¿Qué ha pasado aquí? Ah, pues una cosa que se llama “una guerra”. Por eso yo me pregunto qué estuvo haciendo Spirou entre 1938 y 1945. Y como los traumas son una cosa que siempre ha hecho avanzar el pensamiento del hombre, porque parece que haga falta que haya millones de muertos para qué el hombre se despierte y nos preguntemos qué tonterías estamos haciendo. ¿Estamos locos?... Pues decidí mostrar eso hablando de una época que precisamente yo conozco muy bien, para hablar sobre cómo un niño durante un trauma crece y se convierte en un ser humano a través de uno de los peores periodos de la humanidad, que son las guerras. Y es ahí cuando me dije “vamos a hablar de eso”. Por eso la historia se ha construido bastante lógicamente por el personaje que nace en esa época. Por eso he contado lo que he contado.

Spirou pagina

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